Un año desde la invasión de Ucrania por parte de Rusia, y el conflicto de momento no tiene fin
La ucraniana Olena Rudenko afincada en Talavera de la Reina cuenta en la Cadena Ser como ha sido este largo tiempo para ella
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Talavera de la Reina
El 24 de febrero se cumple un año desde que Ucrania vivió sus primeros bombardeos en sus territorios por parte del ejército ruso, bajo las órdenes del máximo representante del país más grande del mundo como es Vladimir Putin.
Rusia, durante estos 365 días no ha demostrado ni un ápice de arrepentimiento desde que empezó con su invasión en tierras vecinas. Y a día de hoy, el conflicto parece hacerse más grande, y no se consigue encontrar ninguna solución que traiga la paz a Ucrania, y se devuelva a los millones de personas que viven en ese país, sus vidas que se paralizaron hace ya demasiado tiempo.
Kiev, ciudad sitiada donde la vida `intenta ser normal´
Como bien nos ha explicado Olena, la gente que vive allí y que no quiere irse de sus casas a pesar de los conflictos intenta hacer una vida normal. A pesar, de que no hya día que las sirenas antibombas suenen, y tengan que refugiarse durante horas en los sótanos, el que tenga suerte de tenerlos. Y si no en sitios que estratégicamente les ayuden a aguantar el impacto de una bomba (como baños, o pasillos).
La mayoría de la familia de Olena Rudenko se encuentra en Kiev, que por suerte es de las zonas más habitables debido a que está fuertemente cercada por ser la capital. Algo imposible en la zona sur y oeste del país, que si no están invadida ya, su supervivencia en esas zonas es de una manera muy precaria, hasta rozar la supervivencia.
El padre de Olena que supera la barrera septuagenaria sale todos los días a trabajar en la fabricación de armamento, a pesar de que tendría que estar jubilado y disfrutando de sus nietos. Pero sabe que no le queda otra, que seguir ayudando a su país hasta que, como Olena ha dicho "la guerra acabe".
Y en el lado contrario, la hermana de Olena se ha quedado sin trabajo por el conflicto, y se tira horas y horas en casa viendo como su vida se ha frenado de golpe, y con un futuro aún incierto.
Olena Rudenko tiene un hijo de siete años, que vive con ella en Talavera de la Reina, y su hijo es consciente de lo que está pasando en el país donde nació su madre, y viven sus abuelos, tíos y primos. Cuando estalló la invasión, los padres de Olena cogieron trenes, autobuses, coches y hasta un avión (fueron de los pocos privilegiados) para venir a la ciudad toledana.
Pero al poco tiempo decidieron volver a su hogar, donde a pesar de la guerra se sentían bien y útiles, mientras que en en España, aunque estaban a salvo, no se sentían contentos consigo mismos de haber abandonado sus hogares.
La joven ucraniana reconoce que lo que antes era hermandad entre ucranianos y rusos, se está convirtiendo en un odio por parte de estos mismos, al no entender porque les están haciendo esto, y están siendo tan crueles con ellos.
En estos 365 días Rusia ha cometido muchos delitos de guerra, el último del que hemos podido saber ha sido sacar de Ucrania a miles de personas, la mayoría niños. Y una vez llegan a Rusia los separan, y los meten a los niños en escuelas militares para que luego pertenezcan al ejercito ruso. Por esta parte, Olena nos ha contado que el gobierno de Zelenski , con su ejército, está poniendo todo de su parte para repatriar a toda la gente a la que pueden acceder.
El amor por su patria, su mejor escudo
Sin duda, las ucranianas y los ucranianos están viviendo un tiempo oscuro, y triste (como son las guerras), pero es verdad que las fuerzas que les crecen innatas hacen que la esperanza no se pierda. Olena que viste sobria porta en ambas muñecas pulseras de la bandera de su país. Ella no está en la radio para que para ella, sino para poner la voz a todas aquellas personas de su nación que no pueden hacerlo.
Algo que sin duda te retuerce el alma es escucharla como te cuenta que su madre la dice que ya no quedan sitios en los cementerios de su ciudad de la gran cantidad de personas que han muerto. Y como te la imaginas a Olena al otro lado del teléfono, cuando su madre la cuenta eso deseando y rezando porque a ella, y sus allegados no tengan el mismo final.
Una contienda que Olena Rudenko no pensaba que llegaría a ser tan larga, y que sueña cada día con que acabe para poder volver a visitar a su país, y abrazar a sus seres queridos. La única solución que encuentra esta ucraniana afincada en Talavera, al igual que muchos de sus compatriotas es que Europa tanto Estados Unidos entren en esta guerra que para ella, y para todos dura ya demasiado.
Ucrania antes del conflicto bélico era un país en plena expansión, que disfruta de sus derechos como nación, y su libertad con su propia autodeterminación. Pero de lejos veían con recelo como Rusia quería que volviera a sus límites territoriales, al ver el potencial nuclear y territorial que son. Pero no les ha valido con el control de la zona oeste del país, y del Mar Muerto. Ahora Putin, y su gobierno parece que no quieren parar hasta que el total del territorio ucraniano esté bajo su poder, algo que los propios ucranianos jamás lo permitirán, porque lo que más han demostrado es que ellos aman a su país, y por encima de todo su libertad.