Albaceteños
La firma de opinión del periodista y crítico musical Juan Ángel Fernández
Albacete
Cada año cuando llega la recogida de la ganancia, al final del ciclo navideño, la Banda Lozano a la que tengo el honor de pertenecer como trombón de baras y percusionista improvisado, se reúne para intercambiar experiencias en torno a una de esas formidables gazpachadas que ofrece el restaurante El Sol, un rincón de los que hay que tener en cuenta para menesteres parecidos y que hay que cuidar y glosar siempre por su solvencia y crédito. El conjunto citado rinde siempre culto en estas fechas tan señaladas al gran artista de Yeste, Jose Antonio Lozano, fallecido en 2014 a los 95 años, después de una vida dedicado al arte, a la enseñanza y a la mejor de sus virtudes: la esplendidez como desarrollo vital. La banda está formada por albaceteños destacados en cada una de sus labores profesionales, sus quehaceres diarios, siempre vinculados al mundo de las habilidades y técnicas artísticas como Santiago Vico al de la fotografía entre otras cosas por su impecable labor durante muchos años en Cultural Albacete; Juan Miguel Arama al enmarcado de obras, molduras, litografías; Andrés Gómez Flores, periodista y escritor y miembro del Instituto de Estudios Albacetenses; Miguel Cano nuestro destacado artista plástico que prepara ya su gran muestra Periferias en el Centro Cultural de la Asunción en poco más de un mes; el propio hijo del que fuera líder de la “Banda”, Luis Lozano, igualmente pintor, escultor e instructor de la Universidad Popular José Saramago y una de nuestras referencia artísticas más notables del pasado y actual siglo: Godofredo Giménez, un virtuoso creador de referencia local, desde que en 1950 realizara su primera exposición en el Casino Primitivo de Albacete. A Godofredo se le sigue utilizando desde hace mucho tiempo como un cronista autorizado de la propia historia cultural y social de Albacete, aún hoy, sin él como vocero de efemérides, testimonios y memorias de la ciudad muchos no conoceríamos, por ejemplo, las vicisitudes y aventuras de La Cageta, conocida de una manera más fina como Doña Luz con su trapería y su tremenda influencia en dichos y diretes de la villa. Tampoco en las detalladas crónicas taurinas y privadas que nos reseñara de dos grandes de la ciudad, en este caso del arte de Cuchares: Juan Montero y Chicuelo II, fetiches siempre vivos de nuestra propia memoria, vida y muerte; de nuestra crónica, de nuestra leyenda de calle y tertulia. Dónde vivieron, a quien conocieron, cómo murieron... Godofredo Giménez está siempre en aquellas películas, incluso relatadas desde otros lugares mucho más mundanos que nuestra ciudad, que aún andaba en la retaguardia popular no así en las vicisitudes que regala la vida. En los postres se habla de Cano el fotógrafo, Paco Cano que murió a los 103 años y que siendo alicantino de nación jamás faltó a los burladeros de nuestra querida Chata, a nuestra reputada feria taurina. Tipo popular y simpaticón, ex boxeador, ex torero sin fuste y al final: fotógrafo taurino. A fin de que su amigo Luis Miguel Dominguín le saldara unas deudas, Cano le acompaña a Linares (Jaén), donde obtiene el mayor éxito profesional de su carrera, lo que le marca como fotógrafo para siempre: es el único reportero gráfico que está en Linares la tarde trágica y que hace un reportaje de la cogida y la muerte de Manolete. Las imágenes que tomó Cano aquella tarde y la madrugada siguiente dieron la vuelta al mundo. Mientras Godofredo Giménez abre el libro de la historia el ambiente del encuentro le escucha con atención y, a sus 90 años, ya se le va rindiendo pleitesía.
No es otra cosa la Banda Lozano. Es otra valija de nuestra historia que transporta a unos cuantos vecinos por sus pasillos interiores. En fin... Son: albaceteños.