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Los pueblos más pequeños de Cuenca intentan, al menos, mantener abierto el bar

A falta de iniciativa privada, se potencia desde los ayuntamientos los arrendamientos de centros sociales con condiciones especiales o la gestión voluntaria por los propios vecinos

Los pueblos más pequeños de Cuenca intentan, al menos, mantener el bar abierto

Los pueblos más pequeños de Cuenca intentan, al menos, mantener el bar abierto

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Cuenca

Hasta 3.743 conquenses viven en pueblos sin bares, lo que supone el 1,92% de la población de la provincia. Así se desprende de un informe de la Asociación Estatal de Directoras y Gerentes de Servicios Sociales que analiza el impacto de restaurantes y cafeterías en el medio rural y los sitúan como uno de los mejores antídotos contra la soledad y la despoblación. Según este informe, los establecimientos de hostelería favorecen la comunicación, el encuentro y el sentimiento de pertenencia. Además ayudan a prevenir el aislamiento y la soledad.

En Cuenca hay cerca de 40 núcleos de población que no tienen bares, en su mayoría pedanías o municipios con menos de 50 habitantes. Pero no todos se resignan a no tener un centro de reunión. Cuando la iniciativa privada no apuesta por abrir un bar en pueblos con un número de vecinos tan bajos que no asegurarían la rentabilidad del negocio, son los propios Ayuntamientos los que se involucran por mantener un lugar abierto que haga las funciones del bar, como hemos analizado en Hoy por Hoy Cuenca.

En Arrancacepas son los vecinos los que gestionan el centro social. En Moncalvillo de Huete, pedanía de apenas doce habitantes de este municipio de la Alcarria de Cuenca, Julián Arcos se encarga del bar que depende directamente del Ayuntamiento. “Me vine a vivir al pueblo y me ofrecieron llevar el bar”, dice, “pero vamos, que de los doce habitantes, por aquí pasan seis o siete”. Una proporción cercana al 60 %. Pocos bares de España pueden presumir de que tan alto porcentaje de los vecinos de su municipio sean clientes exclusivos. “Yo tengo la casa aquí al lado y lo mismo me da estar allí que aquí en el bar, el caso es que esté abierto, aquí vienen los vecinos, se distraen, hablan del campo, de sus cosas”.

Un grupo de vecinos de Arrancacepas (Cuenca) juega a las cartas junto al centro social.

Un grupo de vecinos de Arrancacepas (Cuenca) juega a las cartas junto al centro social. / Paco Auñón

Un grupo de vecinos de Arrancacepas (Cuenca) juega a las cartas junto al centro social.

Un grupo de vecinos de Arrancacepas (Cuenca) juega a las cartas junto al centro social. / Paco Auñón

Masegosa

En Masegosa hay bar en verano pero cierra los meses más crudos de un invierno siempre frío en este pueblo de la Serranía Alta de Cuenca. “No hay mucha gente pero si hubiese bar, creo que vendría más gente”, dice Sandra Crespo, la alcaldesa. “El bar que hay tiene restaurante pero sin menú, tienes que reservar previamente si vas a ir a comer. En verano y ahora en el otoño, con la temporada de setas, funciona bien, pero en invierno ya no tenemos bar. Si vienes a Masegosa y te quieres tomar un café, tendrías que venir a mi casa”, dice la alcaldesa.

Sin emargo, la propietaria de este establecimiento, María José Asensio puntualiza que "el bar está abierto todo el año salvo fechas clave como pueden ser días especiales de Navidad, algun día de vacacione o dias que tenga que trasladarme de viaje por motivos personales, familia, reuniones, médicos...".

Bares contra la soledad

En Castejón, se quedaron sin bar hace tres años hasta que Laura Diaz y su pareja llegaron desde Écija dispuestos a reabrirlo. “Fue a través de mi hermano que vino a conocer Castejón, el pueblo de José Luis Perales, se enteró que alquilaban el hostal, me lo dijo y nos vinimos aquí a regentar el negocio”, dice Laura.

“Al menos hay un sitio de reunión como es el bar”, dice uno de los clientes, “para juntamos a hablar, a intercambiamos opiniones”. “Sobre todo vengo por la charla con la gente, nos juntamos aquí por la mañana a tomar café y hablamos de todo un poco”, dice otro de los usuarios del único bar de Castejón.

Plaza de Castejón (Cuenca) donde está el café-bar La Revoltosa.

Plaza de Castejón (Cuenca) donde está el café-bar La Revoltosa. / Cadena SER

Plaza de Castejón (Cuenca) donde está el café-bar La Revoltosa.

Plaza de Castejón (Cuenca) donde está el café-bar La Revoltosa. / Cadena SER

En el pueblo de al lado, Canalejas del Arroyo, con 150 habitantes en invierno, han reabierto el bar tras estar cerrado por la pandemia. Su alcalde Emiliano Vallejo dice que “supone mucho porque es el punto del pueblo donde los vecinos pueden relacionarse”.

Bares públicos

En Olmeda de la Cuesta se quedaron sin bar hace quince años y el Ayuntamiento, ante la falta de iniciativa privada, decidió habilitar el centro social “que ahora está totalmente equipado”, como explica José Luis Regacho, alcalde de Olmeda de la Cuesta, empeñado en revitalizar su municipio. “Financiamos la mitad de los costes”, dice, “pero sin que sea barra libre para los gestores, no se trata de que no paguen nada y por eso descuiden los gastos teniendo la luz encendida todo el día, pero al menos intentamos que no pierdan dinero”.

Paseo de esculturas en Olmeda de la Cuesta (Cuenca).

Paseo de esculturas en Olmeda de la Cuesta (Cuenca). / Fernando Carreras (EcoExperience) / Wikipedia

Paseo de esculturas en Olmeda de la Cuesta (Cuenca).

Paseo de esculturas en Olmeda de la Cuesta (Cuenca). / Fernando Carreras (EcoExperience) / Wikipedia

“Es fundamental, es casi más importante que tener luz. Es básico para que el pueblo se mantenga vivo”, dice Regacho. “El bar, en invierno, abre los fines de semana, el resto de días a demanda, pero muchas tardes abre para que la gente se eche el café o la partida”.

Bares como proveedores de otros servicios

“Creo que ha hecho muchos más por el pueblo que otros servicios y hace mucho para que la gente siga viniendo porque tiene un atractivo que no le daría otro servicio”, apunta el alcalde de Olmeda de la Cuesta.

Estos locales son también proveedores de muchos servicios y “aportan seguridad al pueblo” como explica Ángeles Perales, quien hasta hace tres años, regentaba el único bar de Castejón. “Cualquier persona que estaba enferma, si no tenían carné o coche, teníamos que llevarlos a urgencias de Cuenca o al centro de salud de Cañaveras”, dice. “Éramos el centro de asistencia médica. La gente decía ‘vamos al hostal que allí está la ambulancia’”.

 
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