El calor podría reducir en hasta un 30 por ciento la cosecha de cereal en la región

Ciudad Real

Las altas temperaturas han marcado la campaña de cereal en Castilla-La Mancha, que estos días da sus últimos coletazos, y que, a falta de conocer los datos definitivos, traerá consigo una merma en la cosecha de casi un 30 por ciento, con 17 millones de kilos de cereal en la campaña 2022/2023. Se esperan, en cambio, precios más altos que en años anteriores, aunque para los productores de cereal es importante que las cosechas sean abundantes.

"Cuando hablamos de las cosechas en España siempre tenemos que mirar al mes de abril o mayo y el mes de mayo ha sido tan duro para el cereal que se ha evaporado a nivel nacional alrededor de seis millones de toneladas. El calor se ha llevado tanto cereal que nos va a dejar en una situación bastante preocupante para cuadrar un balance que es muy deficitario en Castilla-La Mancha", explica Antonio Catón, director de cultivos herbáceos de Cooperativas Agroalimentarias en la región.

Desde la patronal de las empresas harineras temen no sólo una cosecha más corta en cantidad sino también de peor calidad. Además, el conflicto de Ucrania, y el embargo sobre Rusia, ha reducido las exportaciones de esos países, lo que obligará a importar grano de otros mercados. "Si vienen trigos de Estados Unidos, Canadá o Mercosur, habría que estar pendiente de los puertos del Cantábrico o del sur, como Sevilla o Huelva"

Así lo señala David Manzanares, presidente de INCERHPAN, la Interprofesional de Cereales Panificables y Derivados de España, que advierte además que las restricciones en materia de agua en España, y que afectan, sobre todo, a la cuenca del Guadiana en Castilla-La Mancha, "van a terminar haciendo inviable o escasamente representativo este cultivo". "Nos volveremos todavía más dependientes de maíces de otros países".

Catón recuerda además que Castilla-La Mancha es una comunidad excedentaria en cereal. La región consumo 2,4 millones de toneladas y produce 3,4 millones, lo que podría hacer pensar en una soberanía alimentaria que, sin embargo, descartan a nivel nacional. "Tenemos unas fábricas muy competitivas y tecnificadas y consumen casi el doble de lo que producimos. Es muy difícil".

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Sólo el uso de las semillas certificadas, apunta, permitiría avanzar hacia esa soberanía. "Quizá en algún momento si se extiende mucho el uso de esas semillas, que aportan muchísimo mejor rendimiento en el campo y en el manejo del cereal podamos acercarnos a esa igualdad entre consumo y oferta, pero de momento es muy difícil porque nuestros consumidores son súper eficientes".