Los vecinos de Puertochico en Santander, no soportan más los desmadres de la “fiesta” del fin de semana
Cada madrugada padecen los gritos, las peleas y los destrozos del mobiliario y en los accesos a sus viviendas se encuentran desde jóvenes consumiendo drogas o defecando hasta practicando sexo
Santander
No es algo novedoso ni mucho menos, realmente, según cuentan los vecinos y comerciantes de los últimos números de Hernán Cortes y de Ataulfo Argenta, así como los de la propia plaza Matías Montero junto a Puertochico, es algo que viene ocurriendo desde hace años.
Cada noche de viernes y de sábado, también las de muchos jueves, a partir de altas horas de la madrugada en el entorno, se concentran decenas de jóvenes, coincide fundamentalmente, con la hora de cierre de dos discotecas próximas.
Los vecinos aseguran que es entonces cuando comienzan los gritos, las carreras, los golpes contra los contenedores y las peleas, mientras quienes residen en estas calles tratan de no desvelarse y seguir con su descanso nocturno, escuchan alarmados gritos de socorro o de quienes increpan a otros para que les golpeen.
“Socorro, no le pegues, que le matas, déjale ya, no le rajes, son gritos de amenizadas de muerte”, cuenta una vecina que vive en la calle Hernán Cortes. Dice que hay veces que escucha gritos de chicas y no sabe si las están agrediendo sexualmente. “No sabes lo que está ocurriendo, igual te asomas a la ventana y ves a una chica tendida en el suelo, completamente bebida, mientras es manoseada por otro joven”.
“Ves como entran en el interior del jardín de la comunidad y mantienen relaciones sexuales y no sabes que hacer, no puedes intervenir, entiendes que son relaciones consentidas, pero te quedas con un mal cuerpo porque son escenas muy fuertes”.
Otra vecina coincide al contar que lo que escuchan y ven es violencia, patean los contenedores de basura y aunque pasan coches de policía, tanto de la nacional como de la local, no se aparten e incluso, algunos se enfrentan.
El acceso a dos portales en la calle Hernán Cortes, a los números 59 y 61 se realiza a través de un pequeño jardín que está vallado al ser propiedad de la comunidad, sin embargo, cada noche algún joven salta la valla y se cuela, bien para hacer sus necesidades, para consumir drogas o practicar sexo.
Una vecina del portal 61 explica que han visto de todo, jóvenes esnifando cocaína, realizando sexo, incluso uno llegó a dormirse en el felpudo de una de las viviendas. El portero que trabaja en estos dos bloques tras la noche del viernes y del sábado se encuentra de todo, vómitos, sangre, pises y “todo lo que te puedas imaginar”, añade.
Otra vecina explica que apenas pueden descansar en las noches del fin de semana, a pesar de usar tapones y que lo peor son las carreras por las calles y los gritos como si los estuvieran asaltando.
El problema no solo afecta a los vecinos. Los propietarios de negocios en las inmediaciones explican que a veces no pueden ni entrar en sus negocios debido a las vomitonas. La propietaria del Kiosko cuenta que este mismo fin de semana pudo abrir su establecimiento gracias a que un trabajador del servicio de limpieza retiró todo con una barredora la zona.
“Horroroso, la plaza está de porquería hasta arriba, vasos, vidrios rotos y en ocasiones, como este fin de semana restos de sangre de alguna pelea. A la propietaria del Kiosko le han reventado el negocio, la han intentado atracar y reconoce tener miedo. de hecho, tiene contratada a una persona para que le acompañe a abrir su negocio.
Desde la Policía Local de Santander, su portavoz, Juan Carlos Fernández, aclara que no han crecido las denuncias en la zona, pero que las peleas son constantes. Reconoce que las noches del fin de semana hay vigilancia en la zona, tanto por las tardes, como por la noche, especialmente a la hora de cierre de las discotecas.
Desde el sector del taxi, explican que la mayoría de los taxistas evitan pasar por la calle Ataulfo Argenta a partir de determinadas horas de la madrugada porque está llena de jóvenes y no les permiten circular y pueden tener problemas.