Opinión

Sobre el mundo nuevo de Trump

El enfoque de Francisco Pomares: sobre el mundo nuevo de Trump

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El viernes previo a su toma de posesión, y con un único gesto, Trump, logró aumentar en 40.000 millones de dólares su fortuna, poniendo en circulación un memecoin, una criptodivisa sin activos subyacentes-, que decenas de miles de ciudadanos compraron masivamente para manifestar su apoyo a la figura o las políticas del aún presidente electo. La cotización pasó rápidamente de los diez dólares a los 72, aunque acto seguido se redujo a los 50. Un buen pellizco, en cualquier caso, conseguido en apenas unas pocas horas, por alguien que hasta su caída del caballo camino de Silicon Valley, defendía públicamente que las cripto son un timo. Ahora Trump se ha convertido en su principal propagandista y defensor, y su gobierno aprobará todo un catálogo de medidas para un uso generalizado del criptodinero, refugio de la opacidad y la especulación.

El cambio de criterio de Trump sobre la pasta virtual ilustra bien su capacidad de adaptación y su escasa preocupación por la coherencia. Trump se mueve en los límites de lo posible, y parece no preocuparse mucho del impacto de las medidas que adopta, sino de su repercusión en un cuerpo social –el americano medio- que espera que América recupere su perdida grandeza, sea eso lo que sea. Trump inaugura su mandato con decisiones dirigidas a las tripas del país, populismo enlatado para consumo masivo, que no pretende resolver los complejos problemas de la sociedad USA, sino devolver a miles de estadounidenses la percepción de ser grandes en una tierra única. Para difundir esa sensación de poder y privilegio, prometida como mantra de campaña, Trump inicia su mandato al son de las canciones de Village People que motivaron a la comunidad gay en los 80 y detalla el más contradictorio programa jamás planteado por un presidente estadounidense: es la revolución del sentido común, sobre la que las mayorías que sostienen a Trump no se ponen del todo de acuerdo. Es el nuevo y confuso discurso de un poder omnímodo, en el país por poco tiempo aún más poderoso del planeta, que aspira a contentar a las clases medias empobrecidas -la basura blanca que ha respaldado masivamente a Trump, pero también los hispanos de segunda generación y los negros asentados-, mientras los inmensamente ricos se hacen cada vez más inmensamente ricos. Un discurso de raíz conservadora, formas radicales, praxis populista e inspiración anarco millonaria. Un experimento político y social que pretende construir el mundo nuevo.

 
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