Hijos de la mar
La Mirada de Marta Cantero: hijos de la mar
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Todos los recién nacidos lloran igual. No distinguimos en el llanto su raza. Tampoco si han nacido entre algodones o a la intemperie. En el calor de una sala de hospital o en la humedad de una embarcación. En tierra firme o en medio de un océano.
La escena de una mujer dando a luz en un cayuco da vértigo. Rodeada de agua y de hombres. No es la falta de intimidad, ni el salitre entre sus piernas o el dolor del parto. Lo peor es la angustia de no saber siquiera si vivirá durante lo que resta de travesía. Si se dormirá mecido por las olas o perecerá bajo ellas.
Dice mucho de nosotros que reduzcamos una historia así a un reglón noticioso. Dice mucho que el rugido político ahogue el primer gemido de este hijo de la mar: ¡como si nacer no tuviera ya ningún valor!