Paseíllo de la soledad
COMENTARIO CASTAÑEDA 16 MAYO
02:55
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Toca, o mejor dicho nos toca a unos pocos, volver a desfilar casi en solitario por el paseíllo de la incomprensión ante esa inexplicable y opaca voluntad mantenida por unos cuantos con mando en plaza de perseverar en la supervivencia de la afrentosa simbología franquista, que tras cincuenta años de democracia siguen exhibiendo el callejero de nuestras ciudades y concretamente el de la capital de la Isla de Tenerife.
Por este paseillo de color azul mecánico de matar, bordado en rojo ayer, nos encañonan con sendas resoluciones judiciales sustentadas en medidas cautelares para dilatar de manera ignominiosa la prevalencia de los altares urbanos dedicados a unos golpistas y matarifes en Canarias pistola en mano, sacos repletos de piedras con los que lanzaban a los fondos marinos de nuestras islas a los monstruosos rojos, muchos de los que siguen en paradero desconocido ya sea en tierra o en nuestras aguas oceánicas.
El Gobierno de Canarias ha decido anular el Catálogo de Vestigios Franquistas a petición del Ayuntamiento de Santa Cruz de Tenerife, que ha argumentado de manera principal y desde el minuto uno su calimérica queja de por qué el citado catálogo inicialmente solo comprendía y afectaba a los vestigios franquistas de sus lindes municipales.
Un posicionamiento ese, que es el resumen paupérrimo de una clara e inexplicable voluntad de retrasar el desalojo de los elementos evocadores de una sanguinaria dictadura que tuvo en Canarias unos niveles represivos hasta desconocidos en el territorio peninsular en el que se libraba una guerra abierta como consecuencia del golpe de estado de 18 de julio de 1936.
No llego a entender qué razones profundas rondan por presuntos cerebros democráticos que defienden que siga en pie el Monumento a Franco que constituye toda una agresión a la memoria de los represaliados franquistas, a sus descendientes y a la democracia en sí.
Sigo sin entender por qué esos mismos cerebros contribuyen a la confusión popular de que ese criterio reparador va a propiciar el derribo de la Recova Municipal o de las Barriadas construidas bajo el mando de un dictador, que concluida la Guerra Civil siguió firmando sentencias de muertes con una tranquilidad bendecida bajo palio por una Iglesia que recuperó la conexión entre Franco y Dios.
Unos pocos volvemos a desfilar por el paseíllo de la soledad y del silencio de muchos que prefieren mirar para otro lado ante la incomodidad de la realidad de la historia.
Somos pocos, pero seguro que dormimos tranquilos. Desconozco qué cuentos se inventarán los cómplices de camisas azules sanguinarias en esta tierra para pegar ojo. Allá ellos y sus conciencias.