El minuto de gloria

Sigo insistiendo en el argumento de que la manifestación que recorrerá mañana las calles de Santa Cruz, pese a que el motivo de la misma es el de exhibir un rechazo frontal al modelo turístico desarrollado en las Islas y a las consecuencias medioambientales del mismo, puede resultar un éxito porque a la misma va a acudir muchísima gente, que además de los motivos de la convocatoria, desea con su presencia mostrar el cabreo general que arrastran con todas las anomalías económicas, sociales y políticas que forman parte del día a día de nuestra tierra.

Mañana, aunque no tengo cartas para leer el futuro siquiera del corto plazo de 24 horas, codo con codo se encontrarán en el piche, al margen de los colectivos ecologistas, otras asociaciones y plataformas que ven en esta convocatoria la oportunidad de incrementar el radio de escucha de sus justas y legítimas reivindicaciones.

Pero junto a esos colectivos que defienden los intereses colectivos e individuales, creo que se movilizarán a título personal muchos ciudadanos y ciudadanas que con su presencia quieren recordarle a los poderes fácticos de estos peñascos que no se sigan pasando de frenada,

A mi este último objetivo lejos de disgustarme me agrada, me agrada muchísimo, tanto como me desagrada que unos iluminatis se hayan plantado ante la puerta de la casa particular en La Laguna del Presidente del Gobierno de Canarias para crear un nivel de presión sobre quienes se encontraban allí: la esposa del presidente, su hija y una amiga de esta.

Vamos, un escrache en toda regla, pero desubicado y desorientado, porque si sus protagonistas estaban deseosos de mostrar su repulsa al poder gubernamental, tenían que haberse ido a manifestar a las puertas del palacio de la Presidencia de Gobierno en Santa Cruz.

Lo dije la semana pasada y lo vuelvo a repetir: no comparto para nada el desenfoque que protagonizan algunos de las reivindicaciones colectivas que me parecen más que justas y fundamentadas, pero poca gracia me hacen determinadas acciones sustentadas en el minuto de gloria que algunos necesitan para sobrevivir ante los colegas.

Siento que pueda herir a alguien con estas palabras, tanto como que me importa un pito que me califiquen de entregado al poder, pero se está ante una gran oportunidad para recordarle a políticos y ordeñadores de esta tierra, que no tienen patente de corso para hacer lo que les da la gana. Eso sí, esta oportunidad requiere de rigor, profundidad, y a la misma, le sobran metafóricamente hablando, bucios y exhibición de silbos, así como huelgas de hambre que me preocupan por la salud de sus protagonistas, pero que resultan injustificadas en las actuales circunstancias.

Mañana, esa Canarias diferente que se apunta como una posibilidad real y factible, y el legítimo derecho de la ciudadanía a protestar, merecen respeto extremo y la ausencia de los consabidos sobreactuados protagonistas.