Los ecos que se oyen

Huyendo de tanta tensión y para reflexionar sobre el momento presente, Fernando Clavijo se acercó a la orilla alta del barranco y gritó: “Ecotasa” y el eco le respondió “Nooo”, pero quien reverberaba desde la otra orilla no era el eco, sino Manolo Domínguez, que gritaba: “Tasa o ecotasa por encima de mi cadáver”.

Y así el Barranco se fue llenando de más sonidos raros que los de un programa de Cuarto Milenio”. Y al rebumbio sonoro se unió la voz de Jorge Marichal, que exclamaba “no es domingo de piñata”, porque dice que al turismo le pega todo el mundo con la saña infantil con la que se emplea la chiquillería en un cumpleaños.

No sé porqué , pero en ese momento me acordé del fenómeno inexplicable de las caras de Bélmez, pero de tal pensamiento me sacó una voz ininteligible que subía por el barranco en cuestión y a la que apenas se le entendía “Tasa sí, Tasa no, Pandemia y Thomas Cook”.

El sonido emitido con dientes apretados y la boca casi cerrada, procedía de la garganta del portavoz socialista Chano Franquis, que se oía como lejana. Como si procediese desde lo más profundo de las excavaciones del Anillo Insular de Tenerife.

Y así, con los gritos lejanos que coreaban “Canarias no se vende, y como éramos pocos, parió la abuela”, cada uno regresó a sus aposentos.

Eso sí, en la cabeza de todos los mentados resonaba el dicho popular: “no querías caldo, pues toma dos tazas con eses”

Vaya miedo a imponer una tasa turística. Barcelona recaudó en 2023 más de 50 millones de euros.

Nos da igual que la tasa sea finalista o haya caído en semifinales, pero está instaurada en muchísimos destinos que no han dejado ser visitados pese a la imposición de la misma.

Es cierto, que lo recaudado por esa carga fiscal no solucionará los problemas de Canarias, pero también es cierto que Canarias no se soluciona ni con 100.000 millones de euros mientras se siga trabajando sin planificación, sin objetivo claros, y con una entrega casi absoluta a la improvisación.

El problema de esta tierra es el convencimiento de algunos de que la misma les pertenece, y mientras esto no cambie, seguiremos yendo a llorar al barranco. A ese mismo donde se escuchaban esas voces diversas y misteriosas.