La coctelera del 20-A

La manifestación del 20 de abril está dando para mucho y más. Al punto de que la llego a imaginar como una coctelera en la que se agitan ingredientes naturales con otros impropios o cuando menos ajenos a su esencia.

Su cartel anunciador, compuesto principalmente por un señor dibujado como el clásico capitalista tocado con la tradicional chistera en su cabeza, y por la estampa de una grúa de la construcción, han tenido el efecto propio de un timbre que ha puesto en guardia a convocantes, intrusos no invitados a la misma, y a los enemigos que intuyen que tras las hipotéticas pancartas se verá la imagen de unas hordas sedientas de la sangre de los turistas que nos visitan.

Muchos nervios y carencia de ansiolíticos aprecio respecto a la citada convocatoria. Nervios de los convocantes, que esta semana han advertido de la necesidad de estar atentos a los posibles movimientos de los poderes fácticos buscando la desmovilización.

Nervios de los partidos políticos que habiendo gobernado estas islas se quieren meter en la manifestación, aunque sea a fuerza de calzador.

Nervios de un Gobierno, que sabe y teme, que aparte del señor de la chistera y de la perversa grúa de la construcción, la manifestación pueda resultar un éxito porque en la misma cabe, aunque no figure en la convocatoria, todo el cabreo que arrastra la ciudadanía, no solo por las inconveniencias generadas por el turismo, sino por todos los males que le son tan comunes a sujeto canario como a un habitante de Villa Nueva de la Serena.

Ante tanta tiritera social y política ante las hipotéticas dimensiones de la manifestación del 20 de Abril, cabe decir “calma, pueblo”, porque después del 20 vendrán más días en los que habrá que seguir diseñando el rumbo que tome esta tierra, que puede ser el mismo de siempre sin la convocatoria fracasa, o uno nuevo marcado por la adopción de viejas y nuevas medidas que le devuelvan a estas islas, y a esta en particular, un aire de convivencia más respirable.

Así que quietos y parados los Hulks que sueñan con una tierra de hombres y mujeres verdes, así como mucha tranquilidad también para los que ahora descubren los desvíos turísticos y andan preparando tazas no de tila, sino turísticas o ecotasas que reclaman pero que no fueron capaces de hervir al fuego del calor cuando han estado o están en el bajo el palio del poder.

Por favor, unos y otros, aparquen las sobreactuaciones, porque la última palabra la tendrán los que decidan acudir o no a una manifestación que tiene de los nervios a los que quieren obtener un protagonismo no reflejados en las urnas, y que también tiene en vilo a los que por la bajini exclaman “La que se avecina”.