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Celso Albelo, uno de los mejores tenores del mundo: "Me gustaría cantar un gol del Club Deportivo Tenerife en la cabina del Heliodoro"

El 'Mencey de la ópera', que debuta como Rodolfo en su primera obra pucciana 'La Bohème', reconoce que jamás perderá su acento: "Llevo 26 años fuera de la isla y me divierte cuando alguien lo pierde en solo seis meses"

Santa Cruz de Tenerife

Venecia se inunda. Es una afirmación de la comunidad científica, que augura un futuro catastrófico para la ciudad de los canales. De hecho, según un estudio de Instituto Mediterráneo de Estudios Avanzados (IMEDEA), la ciudad sufrirá hasta 18 episodios de la llamada acqua alta a finales de este siglo. En la actualidad, las inundaciones solo se repiten hasta en dos ocasiones por cada año. Se espera que el nivel del mar en el Mediterráneo aumente hasta medio metro a finales del siglo XXI, lo que supondría otro aumento: que más del 75% de la ciudad quede bajo el agua.

Pero más allá de las cuestiones climáticas, Venecia también se inunda de una banda sonora canaria. En uno de sus epicentros culturales y turísticos, como es la Piazza San Marco, resuenan las campanas de la Torre dell’Orologio, un resonar que proviene -aunque pueda suscitar sorpresa- de dos guanches. Cada vez que su reloj, que data de más de cinco siglos, marca las horas en punto, dos aborígenes de las Islas Canarias comienzan a repicar. Un repique que realizan con las suntas guanches, las mazas que empleaban con dos porras en los extremos.

Vestidos con tamarcos, con las vestimentas típicas, y con pelo largo y barbas, "los moros", como son popularmente conocidos", guardan una historia curiosa, según numerosas teorías de los historiadores. Basándonos en la de Mariano Gambín, que publicó en una revista de la Universidad de La Laguna, un noble de las altas élites guanches, posiblemente el último mencey de Icod, bautizado como Enrique Canario, terminó integrándose en la corte veneciana. ¿El motivo? Una mejor suerte que sus compatriotas cuando, tras ser capturado y presentado ante los Reyes Católicos, sorteó la muerte y viajó hasta Italia, donde respetaron sus privilegios.

De aquello hace cinco siglos. Pero esta semana ha vuelto un mencey a Venecia. Se trata del tinerfeño Celso Albelo, el "mencey de la ópera". Está de estreno, por vez primera interpreta un personaje de una composición Giacomo Puccini, de quien este año se conmemora el centenario de su muerte. Interpreta a Rodolfo, el personaje principal de 'La bohème', una historia que se desarrolla en el barrio latino de París y donde cuatro jóvenes bohemios sufren y gozan por amor. Es su retorno al Teatro de 'La Fenice', una de las mecas de la ópera en Italia junto a 'La Scala' de Milán.

Centenario de la muerte de Giacomo Puccini

"Estoy muy feliz y contento de seguir la estirpe de guanchitos en Venecia", señala el tenor en una entrevista para Radio Club Tenerife. Aunque "echa de menos Tenerife", especialmente en este periodo de carnavales", reconoce que se encuentra "feliz con el calor que da el público". "Todo ello pese a sufrir la humedad de la ciudad", apunta. Albelo empezó su carrera en los ambientes musicales históricos de la isla, entre ellos las rondallas y los fregolinos: "Ahora sigo dando el cante", matiza.

Sobre su primer repertorio pucciano, señala que "es un pasito más" en su carrera, lo que significa que "voy cumpliendo años". En este momento de madurez musical, a Albelo le apetece "descubrir nuevos roles". "En el centenario de la muerte de Puccini, tengo la suerte de estar aquí en Venecia, luego iré a Brasil con 'Madama Butterfly' y, más tarde, a Bilbao de nuevo con 'La Bohème'", apunta.

El tenor lleva 26 años fuera de la isla, pero jamás ha renunciado a sus raíces. Menos aún, a su acento. "No puedo, me causa diversión quienes lo pierden en seis meses, es una identidad nuestra, me siento orgulloso de no perderlo, cuando deje de cantar volveré a Tenerife, es donde siento la palabra hogar", lanza de forma rotunda. Actualmente vive en Roma junto a su mujer e hijos, pero estuvo una década en Madrid: "Son esas cosas que tiene un oficio donde vas del tingo al tango, el Celsito siempre queda", señala.

Gol del Tenerife, gol de Celso Albelo

Y, de hecho, quiere que en su entorno lo sigan llamando 'Celsito', pese a que "son unos 110 kilos de hombre", comenta entre risas. Una ópera como 'La Bohéme' requiere de unas tres horas de interpretación sin bajar el rendimiento. Esto supone un desgaste. "Cantar opera es un esfuerzo, son cuatro horas entre actuación y maquillaje. A eso le sumamos la responsabilidad de la concentración, hay que canalizar la atención. Cuando baja la tensión se notan los dolores, lo menos que me duele es la voz", apunta.

Reconoce que, desde el escenario, le es imposible ver a quienes se encuentran más allá de las primeras filas, pero jamás deja de ver, y de emocionarse, a quienes lloran e, incluso, usan pañuelos. Preguntado por algún ahijado operístico, Albelo señala que sigue "a muchos chicos, pero no puedo dar clase, ya que tengo que estar al cien por cien". En Tenerife hay voces interesantes, el secreto es la disciplina y el estudio, con la insularidad tenemos un problema, pero vienen empujando fuerte", argumenta.

Sobre algunos de sus sueños, Albelo no esconde su pasión por el fútbol. Es aficionado del Real Madrid y, también, del Club Deportivo Tenerife. A proposición de Radio Club Tenerife, espera, en el mes de abril, narrar un gol del Tete desde la cabina del estadio. "Recojo el reto, díganle a la casa que se puede ir viendo, me gustaría cantar un gol del Tenerife en el Helidoro Rodríguez López", comenta ilusionado.

 
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