El calvario de Sonia: más de 2 años para conseguir una discapacidad
Una tinerfeña no puede buscar trabajo hasta que el Gobierno de Canarias le solucione el reconocimiento por discapacidad
Santa Cruz de Tenerife
Podría ser la historia de otros miles de canarios. Esta ilustra a la perfección el estado de la Sanidad Pública en las islas. Al menos, desde la óptica de la víctima, que sufre dolores de espalda desde prácticamente la adolescencia. Las lumbares han sido su perdición, y la inacción de las administraciones, denuncia, la gran lacra.
'Con el paso del tiempo, ese dolor no desapareció. Después de tener a mis hijos con 35 años, observaron que se desgastaban los discos intervertebrales'. Tras el descubrimiento, la operaron por primera vez de espondiolistesis y le pusieron 8 tornillos. Pero las operaciones no desaparecieron, y al poco estaba en el quirófano para retirarle uno de los tornillos porque le rozaba un nervio. 'Era infinitamente doloroso'. A los 10 años, cuenta Sonia, la volvieron a operar. De eso hace ya 4 años.
"Da igual cómo me ponga, sentada, tumbada, de un lado, de otro de pie, caminando… siempre está el dolor acompañándome". El diazepam se ha convertido en su compañero de vida, cada noche. 'Tomo calmantes desde que tengo memoria'. Su historia, o mejor dicho, su conflicto con la Administración comienza en octubre de 2020, cuando solicita el reconocimiento a la discapacidad. A pesar de contar con un informe de cirujano del Hospital de La Candelaria recomendando incapacidad laboral absoluta, no ha obtenido ninguna respuesta. 'Incluso acudí a la Diputación del Común hasta en 5 ocasiones, la última en diciembre de 2022. Reclamé, claro, pero me dicen que ni a ellos les ha contestado el Gobierno de Canarias', lamenta Sonia, que, mientras tanto, tenía que hacer frente al dolor.
'La doctora de cabecera me derivó a rehabilitación en diciembre de 2021. La cita me la dieron un año después. Pero ahí tampoco conseguí lo que quería. Me derivaron a una Unidad especializada, la del Dolor'. Eso fue a principios de 2023, cuando le inyectaron corticoide y analgésico para mitigar el dolor. 'Me prometieron que, al menos duraría tres meses, pero a los cuatro días de ese pinchazo estaba en mi doctora para que me inyectara un calmante porque no podía moverme'. No ha vuelto a saber nada de la Unidad del Dolor.
La enfermedad degenerativa de Sonia la incapacita para 'volver a escalar, patinar, montar en bici... no pude ni coger a mis hijos cuando eran pequeños'. Las consecuencias sobre la vida de la tinerfeña se extienden a otros ámbitos, incluso al laboral. Al no disponer de un certificado que atestigüe su discapacidad, en el posible trabajo al que accedería no tendría derecho a que se le respetaran ciertos aspectos relativos a ese empleo. 'Sigo pagando el impuesto de vehículos, por ejemplo. Hace dos años y medio que espero este certificado, y no puedo mantener tampoco a mi hija porque no tengo trabajo que me permita hacer frente a una vida cada vez más cara. Solo tengo una pensión'. Y precisamente eso es lo que le parece más contradictorio: 'la Seguridad Social me dio una prestación por incapacidad, pero luego el Gobierno de Canarias no puede darme ese certificado que me permita obtener alguna ventaja tras todo este dolor'.
Sonia termina su relato agradeciendo siempre al personal sanitario público 'su trabajo ejemplar'.