Sociedad

"Tuve que pagar de mi bolsillo para seguir investigando": las palabras de la precariedad universitaria

Los jóvenes investigadores y profesores interinos de las universidades canarias denuncian las condiciones en las que trabajan

skynesher

Canarias

La vida se puede tornar complicada si hay factores externos que te impiden progresar. Eso es, probablemente, lo que pensarán los profesores interinos (CLIs) y los investigadores de la Universidad de La Laguna. Ya contamos en su momento, también, la historia de Adriana, que perdió un contrato de excelencia por un error de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria. No podrá estudiar el cambio climático en los ecosistemas marinos. Que bien nos interesa tratar en el archipiélago, bien por nuestra biodiversidad, bien por el legado que le queremos dejar a nuestros hijos.

En este caso, en concreto la ULL, no ofrece la mayoría de las veces unas condiciones laborales adecuadas a la calidad del investigador/a en cuestión. Las cualidades científicas y de humanidades de quienes trabajan en nuestros laboratorios y oficinas, no se premian. ¿A dónde va a parar todo el dinero destinado a los entes universitarios? ¿Hace falta tanto personal administrativo o es su gestión lo que falla? ¿Se deberían otorgar más plazas a los jóvenes que quieren aportar algo a la sociedad? O a aquellos que presentan proyectos relativos a la invención de productos. Lo que hemos investigado es que, en todas estas áreas, hay fallos que corregir.

"Lo que hay en las universidades son plazas puestas a dedo"

Ganar 900 euros podría parecer un buen sueldo si estás a media jornada, como mucho. Pero no para alguien que se pasa la vida en la universidad. Largas jornadas, tras las que "no podemos ir a ninguna conferencia o seminario relacionado con lo que investigamos", lamenta Malena, que estudia la relación de la genética en los casos de COVID-19. Desentrañar este virus, desconocido hasta 2019, se ha convertido en uno de los principales objetivos a seguir de los mejores grupos de investigación del mundo. Si tenemos entre nosotros a gente con pasión y talento, ¿por qué no promoverlo y ayudarles?

Malena afirma que "le apasiona su trabajo, incluso los profesores están dispuestos siempre a hablar contigo y a abrirte sus puertas". El debate está en que si el problema no es la productividad de sus investigadores ni de sus docentes, como bien apuntaba el director general en los micrófonos de Radio Club, podría estar en la gestión de los fondos y en si hay suficientes fondos. Es lo que defiende Javier, profesor interino en la ULL. "Faltan fondos, pero tampoco la gestión ha sido buena. El ente se pone sus propias piedras, porque luego no favorece que haya suficientes plazas. Son limitadas, y luchas por una, pensada para gente joven, con personas que llevan intentándolo tiempo y tienen más méritos. Es un bucle", lamenta.

"Gano 700 euros netos al mes y llevo encadenando contratos desde 2018 en busca de una plaza"

Él gana 700 euros netos al mes, y lleva encadenando contratos de docente interino desde 2018, cuando surgió una baja y se incorporó a las filas universitarias. Para Javier, "ha sido complicado, porque yo me había ido fuera de Canarias. Volví sabiendo que llegaba a las islas para vivir en precario. Pero cuando lo que quieres es estar en tu tierra, te arriesgas. Y lo haces sabiendo que vienes con unas condiciones determinadas que no se comparan con lo que hay ahí fuera".

"Encima hay cláusulas de incompatibilidad", lamenta, "a la hora de hacer contrato, no puedes dedicarte a otra cosa en el ámbito público. Yo renuncié a un contrato de investigación, en el que ganaba más dinero, para poder optar a la plaza de docente universitario y tener un trabajo a tiempo completo y estable. Pero, de momento, sigo así". "No puedes además adquirir proyectos de investigación si tienes largas jornadas. Además, el contrato impide dedicarte a ello si su duración es inferior a un determinado tiempo". De esta manera, muchos ciudadanos se han ido de las islas o se han dedicado a otra profesión que no tiene que ver con lo que estudiaron". El éxodo del talento, un problema que parece enquistarse en el tiempo.

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Un ejemplo de éxodo de talento es Alberto, que estudia los suelos de los viñedos (es ingeniero agrónomo). Tuvo que marcharse a Madrid, y de ahí a Burgos. Pero su objetivo es terminar en Canarias para aportar a la agricultura de las islas -que tanto necesitamos, por cierto-. Según el joven, "es difícil regresar cuando promueven que te vayas. Y cuando estás en la Península, es más de lo mismo. Te quieren fuera de España". Además, la carrera universitaria se consigue por méritos, principalmente, y en muchas ocasiones, son cuestiones complicadas de conseguir en Canarias. Es un entorno muy competitivo y las plazas insuficientes".

Javier añade a esta coyuntura la posible irregularidad al otorgar las plazas. "Mucha gente buena se queda fuera, porque algunos de esos puestos los consiguen los candidatos de la casa".

Otro Alberto, también ingeniero agrícola, se dedica a observar el comportamiento de la biodiversidad, en este caso plantas,-lo han hecho con platanera y ahora lo harán con aguacate- a la ceniza volcánica tras la erupción de La Palma. "Cuando dieron las subvenciones, se olvidaron de nosotros, de la escuela asociada a la ULL". Su invernadero, destinado a una causa que bien podría ayudar a entender la evolución del panorama paisajístico y natural de la isla tras el volcán, tiene partes rotas. "Lo hemos intentado adecuar. He usado de mi propio bolsillo, de dinero personal, para poder adecentarlo un poco. Con un salario de 900 euros. Lo que teníamos que hacer era arreglar el sistema de automatización, que no regula bien. Lo hicimos manualmente, echando agua al aire para retener la temperatura. Pero muchas veces la planta se estresaba, llegábamos a temperaturas de 40 grados. Muchos de los resultados los tiramos por la borda, al no ser totalmente fiables".

Fotografía cedida por el joven investigador.

Fotografía cedida por el joven investigador. / Alberto

Todas estas historias, como la de Fátima, que se tuvo que marchar a Estados Unidos ante la imposibilidad de hacer su carrera de investigación en Canarias, se repiten día a día. Se trata de un problema que podría convertirse en estructural en las islas si no se actúa para evitarlo. Desde el ámbito presupuestario, o desde la propia gestión interna. Pero es un hecho la necesidad de analizar el papel -y la autocrítica- de todas las administraciones públicas en el desarrollo de sus servicios esenciales. Porque este, definitivamente, lo es. Una educación pública de calidad, adecuada a las demandas de un mundo globalizado e informatizado. Los que estudian, investigan o trabajan, deben demostrar. Pero los que ofrecen modos de vida también. Al menos, eso es lo que nos han contado.

 
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