Los mercados de Palma defienden el Km 0: "Comprar producto de proximidad es más económico"
El Mercado del Olivar y el de Santa Catalina cada vez tienen menos clientes a pesar de la cantidad de personas que visitan Palma diariamente
Palma
Estamos en pleno verano, y mientras Palma se llena de turistas que disfrutan del sol, las playas y la gastronomía, hay un lugar que, pese a su historia y encanto, no parece recibir la atención que merece, los mercados municipales.
Dos de los mercados más icónicos de la ciudad, el Mercado del Olivar y el de Santa Catalina han sido, durante años, el corazón de la vida comercial y social de los barrios que los rodean. Por suerte, los vecinos siguen valorando la calidad de sus comercios locales.
En pleno mes de agosto y tras varias olas de calor, los mercados también suponen un pequeño refugio climático para los visitantes. Esta ventaja, con la que cuenta el mercado del Olivar, no sucede en el de Santa Catalina, y es que este mercado no cuenta con aire acondicionado y los negocios "lo notan". Allí, hay mucha menos gente caminando en verano que en invierno.
No todo es el calor, y es que todos los comercios están notando que ya no va tanta gente a los mercados. Las dueñas de varios negocios del Mercado de Santa Catalina aseguran que "incluso los fines de semana está bajando bastante", que está siendo un verano "un poco extraño e irregular", además de "tranquilito" y confirman que "no está siendo como otros años".
Sin embargo y a pesar de las dificultades, los mercados siguen siendo un punto de encuentro y un referente de calidad en la ciudad. El mercado del Olivar, por ejemplo, ha sabido adaptarse al cambio en el perfil de su clientela. No solo ofrece productos frescos, sino que se ha convertido en un lugar donde se fusionan la tradición con propuestas gastronómicas modernas, atrayendo a turistas y residentes por igual. Recibe cada día clientes de todas las partes del mundo que están deseando introducirse en la cultura más local.
Los visitantes llegan a los mercados con curiosidad y se dedican a recorrerlos a fondo. Caminan entre los puestos, observando con interés cada detalle y haciendo muchas fotos para capturar lo que encuentran. Exploran con atención, interesados en todo lo que se ofrece. Igualmente, la presidenta del mercado de Santa Catalina, Aina Moyá asegura que "no están comprando tanto como otros años", y que este cambio podría deberse a que "ya no viajan con tanto presupuesto".
La subida de precios es uno de los motivos por los que la mayoría de vecinos y turistas prefiere ir a comprar a las grandes superficies. Así, rechazan el comercio de proximidad en su día a día, limitándolo a ocasiones especiales.
Eventos como los Juegos Olímpicos o la Eurocopa son otros motivos que la presidenta del mercado de Santa Catalina piensa que pueden haber afectado a la bajada de demanda. Aun así, se mantienen positivos porque "sigue habiendo otros clientes que sí que se mantienen fieles a los mercados municipales". Moya asegura que "si se apuesta por el producto de proximidad, es posible hacer una compra más económica".