Fútbol

El Sporting salva un punto en una noche que apestaba a drama

El gol de Róber Pier, revisado en el VAR, permite al equipo gijonés romper su mala racha e igualar el tanto del Mirandés después de un enorme susto y un doble error

Gelabert dispara a portería durante el Mirandés - Sporting. / LaLiga

Gelabert dispara a portería durante el Mirandés - Sporting.

Hay momentos, detalles, que cambian el curso de la historia. También en el fútbol. Quizás el gol de Róber Pier en Anduva sea, en su justa medida, uno de ellos, un hito en la temporada del Sporting. Suponía un empate que puede parecer que no cambia tanto, pero que lo cambia casi todo. Evita el drama de volver a perder o, para ser más exactos, de regalarle el triunfo a otro rival. Premia la segunda parte del equipo, después de una primera desastrosa y en la que también hubo mala suerte, porque todo lo que podía salirle en contra al cuadro gijonés, le salió en contra. Frena la racha, pero no resuelve las dudas sobre el fondo de armario; al contrario, las confirma: el Sporting no tiene suplentes como para aguantar el nivel. Pero ese tanto de Róber Pier, revisado tan en detalle en el VAR por un equipo arbitral que se lo puso muy cuesta arriba a los rojiblancos, alivia, reconforta y transforma radicalmente una noche que apestaba a drama. Y la segunda parte sí representa el espíritu que el sportinguismo quiere ver.

Fue una noche de sustos y disgustos. No fue tan grande el segundo (pero sí el primero) en la acción que detuvo y condicionó el partido: el choque de trenes entre Eric Curbelo y Panichelli que acabó con uno en el vestuario y el otro en el hospital, aunque felizmente los dos sin aparentes secuelas. No estaba pasando nada, más allá de un festival de pelotazos que ofendía a la vista. No nos engañemos: muchos estaban afilando el cuchillo y preparados para lo peor cuando veían en el campo, juntos, a los que casi nunca han visto (y se entiende por qué, en algunos casos): Kevin Vázquez, Eric Curbelo, Pablo García, Bernal o Caicedo. Había que ser muy optimistas para hacerse grandes ilusiones. La apuesta era arriesgada: salir con semejante once en el campo más difícil de Segunda, tal y como dice la estadística por increíble que parezca.

Cuando parecía que el Sporting empezaba a hilvanar alguna jugada y que el público vería aliviada la amenaza de tortícolis, empezó a pasar de todo. Menuda noche. Lo primero, el susto morrocotudo del choque entre Curbelo y Panichelli. El árbitro, Moreno Aragón, merece una sanción contundente por su incomprensible decisión de dejar seguir la jugada a pesar de la situación de ambos futbolistas. Conmocionados como estaban todos, casi nadie se percató de que a renglón seguido Kevin Vázquez había cometido un error de bulto: cortar con la mano el centro al área posterior al choque. Cuando los heridos fueron evacuados, se reveló la sorpresa. Un error (el del árbitro) no tapa otro error (el de Kevin Vázquez). ¿A quién se le ocurre regalar otro penalti con esa absurdez? Lo que no le pase al Sporting este año...

El Sporting estaba contra las cuerdas, shockeado. Con esa sensación de que a este equipo no le gana nadie, porque no hace falta: lo pierde todo él solito. Regala partidos a rivales que no hacen prácticamente nada, con errores catastróficos, sin enterarse de que el tiempo de los presentes comienza el día 25. Pasado el shock inicial, el equipo de Albés empezó a generar algo más en ataque, pero ¿de qué valía? Desperdiciaba una llegada tras otra, a veces por la buena actuación del portero del Mirandés (que salvó varias) y otra por errores clamorosos de un equipo que tenía el problema del gol y el Grupo Orlegi trató de arreglarlo trayendo a Caicedo. ¿Qué podía salir mal?

Y junto a sus propios defectos, los imponderables. Todo lo que le podía salir mal al Sporting, le salía mal. Dos veces pudo pitar penalti favorable al Sporting Moreno Aragón. Dos veces pudo y ninguno lo pitó. Tanto la mano de Juan Gutiérrrez como el derribo a Dubasin pueden ser dudosos, pero en peores nos hemos visto. Ni siquiera paso por la pantalla, como sí hizo Moreno Aragón para revisar al dedillo una posible mano previa al gol de Róber Pier, que llegó en un momento en el que el equipo estaba siendo mucho mejor que el Mirandés y no merecía perder. Para entonces Albés ya había recurrido a otros mimbres, con Gaspar, Campuzano o Nacho Martín ya en el campo, este último sustituyendo a un Maras enfadadísimo con el entrenador por sustituirle cuando él ya había reemplazado a Maras. Podría interpretarse como una decisión táctica o el miedo a la expulsión, pero en todo caso una decisión poco sensible para con el serbio.

El empate de Róber Pier puso las cosas en su sitio, al menos en parte. Y quizás no cambie la temporada del Sporting, pero cambia muchas cosas. Díganselo al firmante de esta crónica, que evidentemente también tuvo que cambiar de planes y rehacer buena parte de lo escrito. Afortunadamente.

David González

David González

Vinculado a SER Gijón desde 1998. Director de SER Deportivos Gijón y voz de los partidos del Sporting...

 
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