La puntería de 'El Pistolero' impulsa al Sporting

Gijón

Sufriendo hasta el último minuto, sintiendo cómo el corazón se helaba cuando Rubén Yáñez evitaba el empate de Fontán en el minuto 95, el Sporting consiguió una victoria crucial, merecida pero excesivamente agónica. Tres puntos fundamentales por muchas cosas: devuelven al equipo al playoff e incluso le acercan al ascenso directo, suponen encadenar dos triunfos consecutivos (algo que no sucedía desde cinco meses), sirven para recuperar la fortaleza en El Molinón y parecen confirmar lo que apuntó Miguel Ángel Ramírez el viernes: que el bajón parece superado. El equipo, sin estar sublime, mejoró algo con respecto a partidos anteriores. Generó más en ataque y solo la falta de puntería le impidió sentenciar antes el choque. Luego llegó el miedo, el arreón del Cartagena con los cambios (no sucedió lo mismo con los del Sporting) y ese final de infarto en el que Fontán pudo aguar la fiesta en dos ocasiones. Cuando Yáñez voló para detener la segunda, el sportinguismo pudo por fin celebrar un triunfo que no se podía escapar de ninguna manera.

La falta de puntería es un clásico ya en el Sporting, aunque en este capítulo aparecen brotes verdes con la irrupción goleadora de Mario González, que tras liberarse de presión la semana pasada esta vez logró el gol de la victoria con un impecable remate de cabeza en el minuto 32, magníficamente asistido por Nacho Martín. Ya había amenazado primero con el mismo arte, a centro de Gaspar, y pudo hacer otro gol, nada más comenzar la segunda parte, pero el larguero lo repelió. Un rematador en el Sporting; una especie en peligro de extinción que reaparece en El Molinón. Bienvenido sea. Ha tardado, pero El Pistolero ya ha desenfundado sus armas, confirmando que tiene hechuras de delantero de verdad. El Molinón se lo premió con una cerrada ovación cuando, por físico, Ramírez le retiró en la segunda mitad.

La presencia de Mario como titular fue una de las novedades de un once en el que también reapareció Gaspar Campos y en el que Ramírez mantuvo la apuesta por el mismo esquema de la semana pasada en Miranda, con tres centrales y Hassan y Cote como carrileros (el segundo bastante más atinado que el primero). Los nachos repitieron en mediocampo (ya parecen intocables), volviendo Gaspar al once para, con mucha libertad, enlazar con la pareja de delanteros, que esta vez formaban Djuka y el ahora atinado Mario González. La apuesta esta vez le salió bastante mejor al entrenador.

Contra un Cartagena que parece empezar a desinflarse tras una remontada épica, el Sporting pudo ganar con más holgura. Esta vez generó ocasiones para ello, pero a veces la falta de puntería y por dos veces la madera lo impidieron. Porque al remate de Mario González al larguero le había precedido, al filo del descanso, un misil de Gaspar que se estrelló en el palo.

Lo apretado del marcador y la falta de definición asustaron al Sporting, que en una fase de la segunda parte empezó a perder el control de la situación que había tenido durante todo el encuentro. El Cartagena hizo tres cambios de una tacada y al equipo gijonés le costaba mandar. Eran demasiados minutos por delante como para entretenerse en pases atrás y renunciar al ataque. La salida de Roque Mesa buscaba darle algo más de control y profundidad al equipo, pero el Sporting estaba atenazado. Junto al canario entró Zarfino, que volvía a sentirse futbolista después de catorce meses de calvario. Es el primer paso, aunque al uruguayo le queda mucho para estar en forma. Para él fue, en todo caso, otra de las grandes ovaciones de la tarde.

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En definitiva, una tarde sufrida pero que acabó saliendo bien. Aunque sin florituras, el equipo ganó merecidamente y mostró momentos de más chispa que en partidos anteriores. Lo que cuenta: una jornada menos, el equipo sigue entre los elegidos y ahora la presión para los demás.