Fútbol

Al Sporting le merece la pena el sufrimiento

Los rojiblancos pasaron excesivos apuros para ganar (2-1) a un Albacete que jugó toda la segunda parte con uno menos, pero el apurado triunfo vuelve a meter al equipo gijonés en playoff

Juan Otero celebra el gol de la victoria ante el Albacete. / LaLiga

Gijón

No se puede tildar de final un partido de la jornada 29 de Segunda División, salvo que no hayas ganado ninguno o los hayas ganado todos previamente. Sin caer en esa exageración, a nadie se le escapa la importancia que tenía para el Sporting lograr la victoria ante el Albacete. Lo sabía el equipo y lo sabía el entrenador, que había advertido: si se quiere seguir arriba, no se puede escapar ni un punto de El Molinón. Los tres primeros del último tercio se quedaron en casa después de un partido en el que el equipo gijonés acabó pidiendo la hora contra un rival que pese a ser inferior y jugar desde el minuto 40 con uno menos, llegó vivo al final del partido. Ni al equipo ni a la grada les llegaba la camisa al cuerpo en ese tramo final en el que a unos les pesaban las piernas y a los otros el miedo, viendo cómo se podía ir al garete un triunfo que era obligado. El pitido final supuso una mezcla de alegría y alivio. Superada la prueba, sin alardes, el equipo gijonés salta provisionalmente hasta la cuarta plaza. Y ahora, a esperar a lo que haga el resto.

La noche, complicada en lo meteorológico, prometía también tensión futbolística. El Sporting afrontaba el partido sin coartada para un hipotético traspiés. Solo cabía ganar. El comienzo no fue demasiado prometedor: el partido era pestoso, con poco ritmo, sin ese habitual arreón inicial del Sporting, y El Molinón estaba con la mosca detrás de la oreja, preocupado. Hasta que Cote, un jugador de otra categoría cuya presencia en el equipo es una bendición, empezó a hacer de las suyas. Ejerció de desatascador, con un derechazo espectacular que adelantaba al Sporting, tras una gran jugada colectiva. A los trece minutos se allanaba un partido en el que no todo iría rodado. Ni mucho menos.

El gol no amedrentó al Albacete, que curiosamente con desventaja en el marcador empezó a encontrar espacios para correr. Avisó Higinio con un gol en clarísimo fuera de juego. Pero nada impidió que subiera al marcador el empate de Agus Medina, tras un taconazo del mismo Higinio, que estaba al filo de la posición antirreglamentaria. Fue uno de esos desajustes defensivos que ahora el Sporting comete con mucha más facilidad que antes, aunque Ramírez lo niegue. El Molinón pidió falta previa sobre Nacho Méndez, pero el mazazo se confirmó. Tocaba empezar otra vez.

Sin embargo, a raíz del empate todo le salió mal al Alba. Primero con la lesión del luchador Higinio y, minutos después, con la expulsión del goleador Agus Medina, por una entrada a la altura del tobillo al peleón Juan Otero, que afortunadamente no sufrió ninguna consecuencia. No había intención de dañar, pero la expulsión era de manual. Al Sporting se le abría el cielo.

Quiso aprovechar ese momento de superioridad el Sporting para hurgar en la herida, y antes del descanso tuvo dos ocasiones claras: una gran combinación en la banda de Gaspar y Hassan que casi aprovecha en el primer palo Juan Otero y, sobre todo, un derechazo de Cote (sí, también con la derecha) al que respondió con una gran parada Vaclik. Ya en el añadido, Gaspar no supo aprovechar un balón muerto en el área.

El Sporting se lanzó (como no podía ser de otra manera) a por la victoria. Ramírez dio entrada a Mario González por Nacho Méndez, que estaba amonestado (había que evitar riesgos y compensaciones) y pasó a jugar con dos delanteros y Fran Villalba como organizador junto a Nacho Martín. El Sporting achuchaba, con Cote y Hassan poniendo centros desde las bandas y Gaspar intentando recuperar aquel olfato goleador de las primeras jornadas con tiros desde la frontal. Hasta que por fin un cabezazo de Juan Otero tras un balón a medida de Fran Villalba logró levantar a la grada. Tanto mérito tuvo el cabezazo del cafetero como la rosquita, perfecta, del valenciano.

Villalba y Juan Otero perdonaron la sentencia, así como Djuka en un peculiar intento de cabriola con la que desperdició una ocasión clara. Y tanto perdonar provoca sufrimiento. Los últimos minutos fueron de tensión, con llegadas del Albacete y un Sporting aculado, presa de los nervios, que desesperaba a su afición. El pitido final fue un alivio. El 2-1, una alegría necesaria.

David González

David González

Vinculado a SER Gijón desde 1998. Director de SER Deportivos Gijón y voz de los partidos del Sporting...

 
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