Joanna de Castro: "Estamos felices de estar en Asturias, pero muy tristes por cómo hemos dejado Israel"

Asturias

Entre misiles, cohetes, alarmas anti-áreas, refugios bajo tierra y miedo se desarrolla desde este fin de semana la vida de los españoles que de forma inesperada se han encontrado en medio del fuego cruzado entre Israel y Hamás. Entre esas personas se encontraba hasta ayer la avilesina Joana de Castro, hija del histórico portero del Sporting, Jesús Castro, y sobrina de Quini. Atrapada al norte de Tel Aviv, la pasada noche lograba subirse junto a su marido y su hija de diez años a uno de los aviones militares fletados por el Gobierno de España.

"Estamos emocionados, contentos, sobrepasados por tantas muestras de cariño que hemos recibido. Abrumados pero felices”. Joana de Castro llevaba año y medio con su familia en Tel Aviv y el martes, tras cuatro días de miedo encontró la respuesta en un viaje que relataba para la SER.

“La salida de Israel cuando se consiguió fue fácil y bastante fluida. El martes había cohetes volando por todas partes. nos metimos en el refugio dos veces y en ese momento tomamos la decisión porque llegaban noticias alarmantes de las fronteras del Norte, con Líbano y Siria y empezamos a tener miedo de que el conflicto se fuera a complicar mucho. Cuando vi que el Ministerio de Exteriores iba a enviar un vuelo, me puse en contacto por teléfono y aunque en principio me dijeron que era para no residentes cuando les dije que necesitábamos ayuda para salir y que tenía una hija de diez años me tomaron los datos y me dijeron que estarían en contacto. Para mi sorpresa, media hora después recibí una llamada en la que me decían si podía estar en el aeropuerto a las ocho de la tarde porque teníamos plaza para salir en el vuelo militar esa misma noche. Eso fue a las seis y media de la tarde y no podíamos perder esa oportunidad. Así que cogimos rápido lo que pudimos en las maletas y salimos en taxi para el aeropuerto. El trayecto fue bastante fluido y no tuvimos problemas. Cuando llegamos, el aeropuerto estaba lleno de gente y muy protegido por soldados. Cada embajada había ubicado un puesto con la bandera de su país y nosotros nos acercamos a la nuestra donde nos registraron, comprobaron que nuestro nombre estaba en la lista, quedamos en manos del ejército que llevó todo el grupo hacia la zona del 'check-in' y ya entramos en la zona de la terminal donde nos relajamos. El embarque se retrasó un poquito y comenzamos a subir al avión sobre las doce menos veinte de la noche y a la una de la madrugada el avión despegó. Era un avión militar muy grande, creo que un AIRBUS 330 -fui azafata y algo conozco-, y en todo momento el trato fue exquisito. Se preocuparon por nosotros, nos intentaron animar, había una enfermera y un médico, nos dieron mantas, de comer... El vuelo fue fantástico y aterrizamos en Madrid sobre las cinco y media de la mañana.

Ahora estamos contentos por estar aquí, pero a la vez tristes por la situación que hemos dejado en Israel. Nosotros llevábamos año y media viviendo allí y hemos sido muy felices en un país bellísimo, con mucha historia y mucho que aprender, y con una gente de gran calidez y amabilidad. La verdad es que te rompe el corazón ver la situación en la que se encuentran ahora mismo.

¿Volver? Yo volvería sin problema. De hecho, es la idea principal que tenemos. Si todo vuelve a la normalidad, nosotros volveríamos. Mi marido tiene allí el proyecto por el que fuimos y la empresa sigue trabajando, aunque desde la distancia. Esperemos que todo se solucione de la mejor manera posible”.

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