El Sporting pone fin al sufrimiento con un punto en Ipurúa

Gijón

Pasó el susto. El partido entre el Sporting y la Ponferradina de la próxima semana será un mero trámite previo a las vacaciones. El Sporting llegará salvado tras sumar un punto en Éibar que ni siquiera le hubiera hecho falta, porque el Málaga acabaría cayendo en Vitoria, asegurándose de esta forma el único puesto de descenso que quedaba por adjudicarse. La temporada, calificada ya hace meses como un "fracaso" por parte de Alejandro Irarragorri (máxima autoridad rojiblanca) no acabará en tragedia aunque sí con una pésima clasificación y mucha autocrítica interna pendiente. El Grupo Orlegi tiene labor para analizar las causas que han llevado a que en su primera temporada al frente de la entidad el sufrimiento haya sido similar a la previa a su llegada. Muchos de los motivos dicen tenerlos localizados; ahora falta lo más importante: corregirlos.

La guinda a la temporada la puso un partido que el Sporting debió ganar, acabó empatando y pudo perfectamente perder en el tramo final. Serios en la primera parte y desarbolados en la segunda, ante un Eibar que se jugaba mucho pero que vive anclado en las dudas (nueve partidos sin ganar de los armeros en el momento de la verdad dicen muy poco de un aspirante al ascenso directo). El Sporting aprovechó sus momentos para tener una ventaja que parecía cómoda, pero que se esfumaría cuando el Eibar apretó, con un Sporting condicionado por la presión.

Tras un inicio serio, sin florituras, con un once que apostaba por la velocidad y el contragolpe, el Sporting logró ponerse por delante gracias a un penalti revisado milimétricamente en el VAR. El exrojiblanco Berrocal ejerció de amigo derribando en el área a Juan Otero, tras una buena acción previa de Varane y Djurdjevic. Fue el serbo-montenegrino el que, tras minutos de tensión mientras se tomaba la decisión definitiva, materializaba impecablemente el primer gol del partido en el minuto 18. La tarde se tornaba aparentemente plácida.

El Eibar empezó a apretar antes del descanso, con un par de avisos de Stoichkov, que apareció mucho pero (afortunadamente para el Sporting) no tuvo su tarde. Al descanso el Sporting seguía ganando y el Málaga no pasaba del empate en Vitoria. Todo parecía controlado.

Ramírez, que no quiso arriesgar el botín conseguido, cambió el planteamiento para la segunda mitad. Dio entrada a Marsà (un jugador que prometía bastante más de lo que ha demostrado) y retiró a Queipo, novedad en el once pero que apenas había aportado en la primera mitad. La modificación supuso que el Sporting reculara demasiado, aunque tuvo colchón para ello ya que a los ocho minutos de la reanudación Aitor García marcó un gol de bandera, desde campo propio. Al margen que tenía el Sporting se sumaba el gol del Alavés, que ponía al Málaga en una situación desesperada desde el primer minuto de la segunda parte.

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Quedaba poco más de media hora y hacían falta cinco goles para complicarle la vida al Sporting: tres del Eibar y dos del Málaga. El problema (menor, pero problema al fin y al cabo) es que tres de esos cinco llegaron, para darle un punto de emoción a la tarde. Aitor García, que en el que ha podido ser su penúltimo partido con la camiseta del Sporting volvió a demostrar que es capaz de lo mejor y lo peor, se llevó por delante a Tejero en el área, pese a que inicialmente el colegiado vio la falta fuera de la misma. Stoichkov marcaba de penalti en el minuto 68. El Málaga empataba en Vitoria. Quedaba poco tiempo, pero a algunos sportinguistas se les empezó a formar un nudo en el estómago.

Venido arriba y necesitado de la victoria, el Eibar siguió apretando. Cuéllar fue, sin duda, el mejor del partido, con paradas como la que hizo a un disparo de Aketxe. Sufría el Sporting, mientras Blanco Leschuk y Stoichkov seguían perdonando ocasiones. Afortunadamente, en ese momento llegaron buenas noticias desde unos kilómetros más al sur: el Alavés le marcaba el segundo al Málaga. Bueno fue, porque Blanco Leschuk acabaría marcando el empate con un gran remate de cabeza. Expulsado Cali Izquierdoz (otro jugador con luces y sombras durante la temporada), Cuéllar tuvo que volver a intervenir para salvar el punto que, independientemente del la derrota del Málaga, garantizaba la permanencia del Sporting.

Con el pitido final, mucho alivio y poco que celebrar. El Sporting no puede conformarse con salvarse de esta manera en la penúltima jornada y jugar con fuego año tras año. Queda un trámite frente a la Ponferradina (ante la falta de emoción del partido, cambia de horario y pasa al domingo) y un verano por delante para que, con tiempo y con su propio equipo, los gestores del Sporting hagan de verdad un proyecto competitivo y a su medida. Y que el proceso empiece a dar sus frutos.