“Es nuestro héroe, si no hubiera puesto su moto en medio la mitad de nosotros estaríamos muertos”

A las 11 de la mañana entraba en la Catedral de Oviedo el féretro con los restos de Dámaso Guillén, el Guardia Civil de Tráfico de 49 años que el pasado sábado perdía la vida en acto de servicio, cuando daba cobertura a una carrera ciclista juvenil en Pravia con 140 participantes. Un kamikaze que huía tras herir a varios vecinos con un hacha se dirigía a toda velocidad hacia la cabeza de carrera y él interpuso su moto y su vida entre los jóvenes y el coche. Murió en el acto y este lunes ha sido despedido con honores, con la presencia de las planas mayores de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado, de sus compañeros guardias civiles de la Comandancia de Oviedo y de las autoridades. Ha sido un adiós doloroso, con el pensamiento de todos puesto en la viuda del Guardia Civil fallecido, Ainhoa Aparicio que se derrumbaba mientras su compañeros introducían el féretro en la catedral. La sujetaba su hija, Aitana Guillén, que al igual que su madre sujetó entre sus manos durante todo el acto fúnebre una rosa blanca. Pero también ha sido una mañana llena de agradecimientos porque tal y como indicó el arcipreste de Oviedo, ex guardia civil, y amigo de la víctima, Joaquín Serrano, encargado de presidir el funeral, en ausencia del arzobispo Jesús Sanz Montes, fuera de Asturias, de no ser por la intervención de Dámaso “estaríamos lamentando la presencia aquí de muchos más féretros”. Entre esos chicos que podían haber sido víctimas del terrible suceso, si Dámaso Guillén no se hubiera interpuesto entre los ciclistas y el kamikaze, estaba Pelayo González, de 17 años, del Club Las Mestas, él nos ha contado que no han podido por menos que acercarse al funeral, para honrar la memoria de quien para él y sus compañeros - varios iban en la cabeza de la carrera – “es nuestro héroe”, porque tienen claro que el pasado sábado “nos salvó la vida, volvimos a nacer”. Además de varios compañeros de equipo, de los que ese día participaban en la prueba, Pelayo acudió a la Catedral de Oviedo acompañado de su padre, José Manuel González, tan emocionado que apenas podía hablar, porque según ha dicho “es muy duro, porque podría haber sido cualquiera de ellos, les salvó la vida”. La Catedral se quedó pequeña, con sillas habilitadas también en los laterales del templo, y mucha gente que asistió al funeral de pie, para acompañar a la familia y a sus compañeros de la Guardia Civil de la Comandancia de Oviedo y del cuartel del Rubín en el que vivía. Entre las autoridades el director general de Tráfico, Pere Navarro que expresaba su pesar por la muerte de un hombre que representaba todos los valores del cuerpo y de su destacamento de tráfico que vela por la seguridad y protección de los conductores o como en este caso de unos niños que practicaban su deporte favorito, “todos estamos en deuda con él, estamos todos muy afectados, muy impactados”, ha dicho. La delegada del Gobierno en Asturias, Delia Losa, ha mostrado su tristeza por los hechos y también su enfado, sin querer calificar a la persona responsable, “me voy a abstener” – ha dicho – si ha deseado que toda la fuerza de la ley y la justicia caiga contra homicida del guardia civil. El autor de los hechos fue detenido poco tiempo después de arrollar al guardia, tras huir a pie y ser localizado en la ribera del Nalón, y según el TSJA, mañana martes será puesto a disposición del juzgado de Pravia.

“Es nuestro héroe, si no hubiera puesto su moto en medio la mitad de nosotros estaríamos muertos”

Despedida con honores del Guardia Civil, Dámaso Guillén, en la Catedral de Oviedo, donde estuvieron algunos de los chicos que participaban en la carrera ciclista de Pravia

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