El Sporting de las ilusiones frustradas

Gijón

El Sporting actual está peor que el de la temporada pasada. Y eso ya es decir mucho, porque el 2021/2022 fue la temporada más pésima que el sportinguismo recuerda. La presente es aún peor: el Sporting tiene tras 28 partidos disputados 33 puntos; son dos menos de los que tenía la campaña pasada a estas alturas y el riesgo del descenso está mucho más cerca, porque si hace un año el Amorebieta estaba nueve puntos por debajo, ahora la Ponferradina de David Gallego está a solo cuatro. Una situación muy preocupante y una enorme decepción para las expectativas generadas con los cambios en la entidad tras la llegada del Grupo Orlegi. Y con una diferencia: esta vez ya no está disponible Abelardo para salvar al enfermo.

El desastre de Andorra no fue más que la constatación de que el Sporting es un mar de dudas. La primera parte fue escandalosa: la superioridad del Andorra sacaría los colores a cualquiera. Todos los astros se alinearon para que el equipo gijonés lograra mantener el 0-0 hasta el descanso. La rectificación táctica de Miguel Ángel Ramírez (posteriormente corregida de nuevo, pero para mal) permitió al equipo mejorar algo, pero no lo suficiente. El recital de polémicas arbitrales, en el césped y en el VAR, no sirve de justificación para explicar la crisis de un equipo que sigue tratando de asimilar el 'cómo' mientras se le escapa el 'qué', siguiendo el lenguaje del entrenador.

El virus que se coló en el vestuario sirve de explicación para algunas decisiones que, por lo demás, resultan insostenibles. Djuka sigue sin marcar goles 27 jornadas después y, mientras se apuesta por él para recuperarlo, el equipo lo sigue pagando. La titularidad de Aitor García no se entiende salvo que no haya otro jugador disponible. Solo la enfermedad de Varane (un jugador mucho más apto para el puesto) puede explicar la titularidad de Zarfino como mediocentro. El puesto de Cristo González da también para un serio debate. Cali Izquierdoz, autor de dos penaltis en tres minutos (uno señalado, otro no) pide un descanso a gritos, cuestionándose nuevamente la polémica defensa con tres centrales. En definitiva, un equipo por construir en plena crisis clasificatoria.

Ramírez decía el viernes que los objetivos del Sporting eran más "micro que macro". Lo empleaba en otro contexto, pero cabría esperar que en el club se asumiera la realidad y se verbalizaran los objetivos realistas. Alguno de sus superiores debería autorizar al entrenar a verbalizar que el único objetivo del Sporting es salvar la categoría cuanto antes, dejando atrás reflexiones como la de que "con tantos puntos en juego, todo es posible".