Deslucido empate de un Sporting que no entra en calor
Los rojiblancos no pasan de las tablas contra el Málaga (0-0) en un partido que deja más dudas que certezas

Víctor Campuzano cae en el área entre dos jugadores del Málaga. / LaLiga

Gijón
Empate y gracias. El segundo partido liguero de Miguel Ángel Ramírez como entrenador del Sporting, el primero del que realmente se pueden sacar conclusiones, confirmó que la vida sigue igual o parecida. Que solo un milagro evitará que el Sporting haga algo más que vagar por mitad de la tabla en lo que queda de temporada, porque por mucha viveza e intensidad que le ponga a su fútbol, sus carencias de todo tipo le castigan demasiado. Débil en defensa, superado en mediocampo y casi nulo en ataque (limitado prácticamente a los disparos de Pedro Díaz desde fuera del área, salvo en el tramo final del partido), el equipo gijonés se tuvo que conformar con el empate ante un Málaga que llegaba a la desesperada y que en muchas fases fue dominador del partido. Tácticamente la tarde también deja debate, porque Ramírez no renunció en ningún momento a la defensa de tres centrales, a pesar de que la acumulación de efectivos no sirvió para darle contundencia a la zaga y del daño que le hacía al Sporting la superioridad del Málaga en mediocampo, con Zarfino desubicado, Pedro Díaz multiplicándose y Gragera viéndolo todo desde el banquillo. El gijonés, en la que ha podido ser su despedida del equipo de su vida, saltó al campo en los últimos minutos, tuvo una clara ocasión de cabeza y dejó la duda de si hubiera sido más producente recurrir antes a él.
Como el sportinguismo aún está conociendo a Miguel Ángel Ramírez no sabrá explicar si la continuidad por la que apostó en cuanto a la alineación y el sistema se debió al convencimiento del entrenador por la idea que (en peculiares circunstancias) le salió bien ante el Zaragoza o si el técnico canario es de esos partidarios de no tocar lo que haya salido bien en el partido anterior. La realidad es que solo hubo una modificación obligada en el once (la entrada de Zarfino por el lesionado Christian Rivera) y el dibuto táctico fue el mismo, con la controvertida apuesta por los tres centrales y manteniendo el ataque de los 'pequeños', con Campuzano, Queipo y Aitor García, jugadores con velocidad pero con muy poco gol. El único que lograron marcar entre los tres se lo anularon a Aitor García, por un desafortunado fuera de juego de Campuzano.
El Málaga, plagado de novedades, empezó fuerte, pero la primera gran ocasión la protagonizó Pedro Díaz, que sacó su arma más eficiente, el disparo desde la frontal, para poner a prueba al portero Rubén Yáñez. El portero repelió el potentísimo chut del canterano. Fue solo el primero; unos minutos después el sierense volvió a protagonizar otro disparo similar, que rozó el palo.
Poco a poco, el Sporting fue haciéndose con el control del partido. El equipo de Ramírez sale a gol anulado por partido (de Liga) y esta vez fue Aitor García quien vio cómo le quitaban su tanto por fuera de juego previo (claro) de Víctor Campuzano, que estuvo poco hábil en un contrataque iniciado por Diego Sánchez, que protagonizó quizás su mejor partido desde que asomó la cabeza en el primer equipo.
Pero volvió a apagarse el Sporting, víctima de la superioridad en el mediocampo del rival, que Ramírez trataba de contrarrestar adelantando a un central en algunas fases del partido, aunque sin mucho éxito. No reaccionó tampoco el equipo tras el paso por vestuarios, aunque sí protagonizó una acción polémica, en la que se pidió penalti sobre Campuzano, que cayó víctima de un sandwich entre Jozabed y Burgos. La acción no hizo más que acabar de enfadar al público con un colegiado que ya había dejado descontento a El Molinón en la primera mitad.
El Sporting se pasó casi media hora sin generar ni media acción de peligro. Sin avasallar, el Málaga sí generaba peligro. Febas lo intentó tras un regalo de Pedro Díaz (en uno de los pocos errores del rojiblanco en todo el partido) y Cuéllar tuvo que protagonizar dos buenas paradas ante los disparos de Luis Muñoz (desde 40 metros) y de Rubén Castro.
Los cambios alentaron al Sporting a lanzarse al ataque, porque el empate no le sacaba de pobre. Djuka tuvo una, pero no supo definir, y Gragera (recibido con más aplausos que pitos) remató de cabeza un centro de Jony, pero no atinó. Al final, un empate marcado por la frialdad, tanto ambiental como meteorológica.
No todos los partidos van a ponerse de cara a los tres minutos y no siempre el rival va a acabar con dos jugadores menos. En igualdad de condiciones, el equipo vuelve a dejar muchas dudas. Sí hay dos aspectos que empiezan a parecerse a certezas: que las lagunas de la plantilla pesan demasiado y que situado a nueve puntos del sexto puesto y a siete del descenso el único objetivo del Sporting será (salvo sorpresa) llegar cuanto antes a los 50 puntos y empezar a pensar en que el año que viene sea el bueno.

David González
Vinculado a SER Gijón desde 1998. Director de SER Deportivos Gijón y voz de los partidos del Sporting...