Alegría cruza el puente

Zaragoza

Hay declaraciones que son como una premonición, para algunos hoy casi maldición. Cuando Pilar Alegría asumió en 2020 uno de sus cargos, el de delegada del Gobierno de España en Aragón, dijo que lo hacía para tender puentes entre España y la comunidad. Pero nadie se imaginaba, ni ella, que ese puente sería más largo que el del río Kwai.

Alegría, maestra de primaria que nunca ejerció, ya había sido para entonces, diputada, secretaria de organización, concejala, candidata y hasta casi alcaldesa, tras ganar las elecciones en todos los distritos de Zaragoza, menos en tres feudos del PP, y arrebatarle después la alcaldía un Jorge Azcón aliado con Ciudadanos. Pero en la Plaza del Pilar apenas tocó chufa, y se fue. Dejó, eso sí, bien anclado el puente, entre Aragón y España, pasando por Huesca y más de un recelo provocó en la línea oficial del partido del zaragozano Javier Lambán, siempre enfrentado al norte y a Ferraz.

Ministra de Educación desde 2021 y portavoz del gobierno desde el 22, lo de Alegría con Sánchez también tiene historia, y ni de amor ni a primera vista. De apoyar a la andaluza Susana Díaz a ser la apuesta del presidente, la de la Zaida presume de origen rural y ahora vuelve a casa para dar la batalla.

Ha ganado la primera, cuerpo a tierra le venían los suyos, pero la dura le tocará en las elecciones. Hoy, Alegria cruza el puente, en Madrid aplauden el viaje y el socialismo aragonés inicia nueva etapa.