Alberto Labella, enterrador: "Intentamos no pensar mucho, porque si no nos iríamos a casa rotos"

Zaragoza

Alberto Labella lleva 30 años trabajando bajo los muros de los 405.000 metros cuadrados que dimensionan el Cementerio de Torrero y, a día de hoy, todavía le sigue sorprendiendo. Empezó como operario y ha pasado por tres exámenes de oposición para llegar a ser ahora encargado de las brigadas municipales de enterradores de este camposanto.

Es una de las profesiones más antiguas y Labella es de los pocos que quedan ejerciéndola. Pero cuando le preguntas si le gusta, la contestación es rotunda y afirmativa: “Cuando lo haces bien y la gente te lo agradece, te llena bastante”, relata.

Pero todo tiene su cruz, y es inevitable vivir días duros. “Sobre todo, cuando fallecen niños, que te puede afectar mucho. Pero bueno, intentamos no pensar mucho en lo que estamos haciendo, porque si no nos iríamos a casa rotos”.

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La costumbre les hace lidiar con estos momentos de tanta sensibilidad. Además, este sepulturero piensa que “es peor ser enfermero o médico en el área de oncología de un hospital infantil porque, para nosotros, ya está todo hecho, pero es verdad que hay veces que te vas con la fibra muy tocada”.

El Día de Todos los Santos “casi que ya lo estamos disfrutando, porque el trabajo arduo lo hemos hecho en los días previos”, explica en los micrófonos de la Ventana de Aragón. Él y su equipo se encargan en esta tradición de “que las escaleras estén engrasadas, que las fuentes funcionen, más plazas de aparcamiento. Que esté todo en orden para que todos los que vengan puedan disfrutar del día”.