Navidad ucraniana en el Seminario de Tarazona: "Nos han robado la vida de forma descarada, cínica e inesperada"
Hasta Aragón han llegado en el último año más de 3.500 ucranianos; la mayor parte, mujeres y niños. En estos días se acuerdan, todavía más, de sus familias y amigos que continúan en Ucrania
Tarazona
Estos días de Navidad y de cambio de año están siendo especiales en Aragón para una comunidad que, hace un año, sería impensable que estuviesen con nosotros: los ucranianos. Algunos de ellos, dependiendo de su religión, han celebrado la Nochebuena, una noche cargada de nostalgia y añoranza.
Hasta Aragón han llegado en el último año más de 3.500 ucranianos; la mayor parte, mujeres y niños. Tuvieron que abandonar su hogar de forma apresurada por culpa de la guerra. Entre ellos, la periodista Natalia Plinia. Hace un año planificaba la Nochebuena en su casa de Zaporiyia. Hoy vive refugiada con otras cien personas en el Seminario de Tarazona (Zaragoza).
"Nos han robado la vida de forma descarada, cínica e inesperada", relata. "A algunas les han matado a sus amigos, sus hijos, sus maridos" y "nuestros sueños y planes han sido asesinados".
Éxodo de miles de kilómetros
Las familias se separaron y muchos iniciaron un éxodo que, en centenares de casos, les trajo hasta lugares como Tarazona. "Destruyeron nuestros hogares, nos robaron el futuro, que nos habíamos pasado la vida preparando para nuestras familias".
A pesar de que aquí hemos echado el resto para que su vida sea lo más cómoda posible, el estado anímico de los refugiados es muy frágil. "Algunos están rotos, desesperados y sobre todo no porque no haya dónde vivir ni qué comer" sino porque "es difícil seguir adelante y esperamos todos los días a que se acabe".
Comenzar de nuevo
Desde que estalló el conflicto, en Ucrania se prohibió la salida de los varones en edad militar. El éxodo, por tanto, hizo que miles de mujeres con sus hijos abandonaran su hogar y comenzasen un peregrinaje que les llevaría a miles de kilómetros de casa, obligándoles a emprender una nueva vida.
"Es empezar de nuevo a los 30, 40 o 50 años" ya que "muchas de nosotras seguimos atrapadas en Ucrania donde están nuestros maridos y familiares debido a estos trastornos no todos vamos a volver a la normalidad", que buscan "trabajar, aprender el idioma; hay que ser agradecidos y amables".
Paz, bondad y fe
Esta Nochebuena, para Natalia, es la noche de los recuerdos y las añoranzas: "En mi habitación del Seminario, donde vivo con mi hija", y "espero que, después del trabajo, pueda ver a mi marido en Ucrania por videoconferencia y hablar con él; le echo mucho de menos". También "espero poder llamar a mi padre y que tenga luz y un móvil para hablar conmigo".
Tras este relato, Natalia nos invita a hacer una reflexión: "Tenéis lo más importante y necesario: paz en vuestro país, bondad en vuestros corazones y fe en vuestras almas".