Zaragoza

Recién estrenado el mes de noviembre, una nueva crisis ha roto en mil pedazos el proyecto deportivo del Real Zaragoza. La victoria del Andorra desató el cabreo más que fundado de la afición zaragocista en otra tarde para la historia de cómo empequeñecer la grandeza de un club como el que tiene entre manos en el banquillo Juan Carlos Carcedo. Con sus planteamientos temerosos, en lugar de aprovecharse del valor diferencial de La Romareda, da alas al rival de turno que pasa por la capital aragonesa, incluso el del domingo pasado que cumplía su decimocuarto partido en el fútbol profesional.

La situación es gravísima, al borde de los puestos de descenso, y el Real Zaragoza a lo único que puede aspirar es a sumar 50 puntos para evitar el desastre más absoluto. Urgen movimientos porque la gran apuesta de la nueva propiedad con el desembolso de 25 millones de euros, decisivos para conseguir el séptimo límite salarial de la categoría, no se corresponde a la gestión deportiva. Carcedo se sentará este viernes en el banquillo de Mendizorroza y Torrecila continuará luciendo su cargo de director deportivo en el palco del estadio vitoriano, aunque el futuro de ambos puede tener las horas contadas. El divorcio del zaragocismo con los dos principales responsables deportivos es irreconciliable

Vuelve Bermejo

El equipo ha vuelto este martes al trabajo en la Ciudad Deportiva con el regreso de Sergio Bermejo, que podría estar para el partido ante el Alavés. No así Azón, que aún está en proceso de recuperación de su lesión musuclar. El que ha vuelto a ejercitarse con el primer equipo ha sido el delantero del filial, Guillem Naranjo, que podría entrar en la convocatoria. Este jueves, último entrenamiento y por la tarde viaje por carretera a la capital del País Vasco de cara al encuentro del viernes en Mendizorroza.