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De los Alpes a los Pirineos para resucitar el despoblado aragonés de Pano

El suizo Kurt Fridez y su familia viajaban en bicicleta por España cuando se enamoraron del atardecer de Pano (Huesca) que han ido recuperando con sus manos en los últimos 35 años

Klaus Fridez, el suizo que resucitó Pano (Huesca) / L' Alcina

Klaus Fridez, el suizo que resucitó Pano (Huesca)

Zaragoza

La industrialización de las grandes ciudades, donde los emigrantes de los pueblos encontraban mejores condiciones de vida, aceleró, desde la década de los 50, un proceso de despoblación que dejó cientos de pueblos y aldeas abandonadas en toda España. La historia de Pano es la de muchos otros pueblos del Pirineo. Los jóvenes se iban y, al volver, contaban las 'bondades' de la ciudad "volvían de Barcelona y les decían, 'aquí tenemos coches, agua, luz... y vosotros sois tontos por quedaros aquí', y claro, dijeron 'no somos tontos. Nos vamos'", explica Kurt Fidez, el único poblador actual de Pano junto con su familia.

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Y así se fueron yendo todos dejando Pano abandonado hasta que llegó Kurt con su primera mujer y sus cuatro hijos hace 35 años. Un cambio inesperado de dirección mientras recorría la región en bicicleta con su familia, descubrió a este empresario suizo un atardecer de ensueño en aquel remoto lugar del Prepirineo que se convertiría en su hogar. "Estaba abandonado desde hacía 10 años, en 1978 se tuvo que ir la última vecina del pueblo", recuerda. Lo suyo fue amor a primera vista "miramos a las montañas, a las peñas y después de cinco minutos pensé, 'esto para mi'"

Panorámica de Pano (Huesca) nevado

Panorámica de Pano (Huesca) nevado / L'Alcina

Panorámica de Pano (Huesca) nevado

Panorámica de Pano (Huesca) nevado / L'Alcina

Decidieron que su hogar se levantase en medio de un pueblo en ruinas. Y así, siguiendo la suerte contraria a aquella Anielle de la Lluvia Amarilla de Julio Llamazares, Pano fue volviendo paulatinamente a la vida. Arreglaron una casa, luego otras más, la iglesia, los accesos y los abastecimientos. Se creó una fundación para que otros como ellos colaborasen en la recuperación de Pano. "Decía esto es muy grande para mi, pero en 10 años tendré todo restaurado. En 30 ni la mitad", expone el suizo con una sonrisa.

Hoy en día, son la única familia que habita en Pano. Con sus hijos a la cabeza, ha abierto un coqueto restaurante de cocina gourmet, Brasería L'Alcina y están a punto de inaugurar un pequeño hotel que permitirá vivir la experiencia de alojarse en un pueblo deshabitado. "Faltan algunas cosas como la calefacción pero está casi terminado, seguro que este invierno lo podremos abrir".

A sus 81 años, sus hijos han tomado el relevo, aunque Kurt sigue cogiendo la paleta y el pico para continuar resucitando Pano, el pueblo que se salvó de sucumbir al silencio y el olvido gracias a un suizo que se quedó prendado de las puestas se sol de un recóndito pueblo del Prepirineo aragonés.

De despoblación y las oportunidades de Huesca se debatió el viernes pasado en Graus en el foro La España Despoblada organizado por la Cadena SER:

 
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