¿Y si hablamos de sentimientos?
La opinión de Lola Fernández
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Lola Fernández
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Morón de la Frontera
Siempre les he hablado de las emociones y los sentimientos que es lo único que de verdad une al ser humano, pero sobre todo si son sinceros y verdaderos.
Escuché el otro día que no sentimos con el corazón como tal, sino con el estómago y lo que le sigue.
Que en realidad debemos tocarnos el estómago en lugar del corazón porque éste es un músculo activo que es el que mueve todo tu ser vivo, tus sensaciones y por ende los sentimientos ¿perdona? Me quedé perpleja y al asimilar esta circunstancia me puse a llevarlo a mi día a día, ¡fu!
Observé como siempre un bonito amanecer y me puse la mano en el estómago a ver si me llegaba alguna sensación y nada, escribí una bonita poesía, ahora que llegaba el día de los enamorados y me puse la mano en el estómago y no.
Esperé a que llegara mi marido y le dije te quiero y al ser correspondida me volví a tocar el estómago, bueno, ahí sentí algo muy bonito la verdad, las mariposistas esas que te hacen elevar, ¡caramba! esto cambiaba la historia.
Pero un musculito que suena en tu pecho y que mantiene vivo a tu cuerpo llamó a la puerta del sentido e hizo que volviera en sí y devolví ¡ipso facto! el protagonismo al corazoncito.
Que vibra por las membranas que separan la entrada y salida del flujo sanguíneo y es el que se acelera cuando el amor o los sentimientos brotan.
Y ya no me toco el estómago, sino el lado donde habita el corazón, que vuelve a ser protagonista de todos los sentimientos que vivimos.
Pero como en toda diatriba surgió otra opción, alguien dijo que es el cerebro el que maneja el cotarro y es el que mueve a sus soldaditos a que te pongan el vello de punta o te hagan suspirar cuando veas unos ojos bellos o escuches una bonita canción.
Entonces la mano pasó a la cabeza y al poner en marcha este estudio no me cuadraba nada, todos los movimientos que me sugerían los sentimientos se volvieron superlativos, no existía la concordancia, sino la exageración.
La mente es un ser extraño que no te deja ser tú mismo. Nadie dice: ¡yo soy! señalándose el cerebro, sino el corazón.
Pongan estos ejemplos en acción y después me cuentan, al final todo vuelve al centro de tu cuerpo donde habitan los sentimientos, donde abandonarse a las dudas, a los problemas, a los momentos, buenos o malos, a refugiarse en las cosas grandes o pequeñas, a suspirar hondamente por amor y por desamor también, por las promesas eternas, por la fragilidad del ser humano y alguna que otra cicatriz que también se refleja en el sentimiento.
Por eso, ámense, disfruten de los días y las noches, siéntanse afortunados viviendo, porque la vida es una ilusión y tiene un principio y un final.
Y si al final cuando usted se sienta amado, da igual si es con el estómago, el cerebro o el corazón, donde habita el Amor, es donde encuentra su refugio.