Nerviosismo impropio
La llegada de Montero al liderazgo andaluz ya ha demostrado que su tarea no será fácil pero es el PP quien se muestra indisimuladamente inquieto
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La Columna de Alberto Grimaldi ( 17/02/25)
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Sevilla
El tablero político andaluz se ha movido más de lo esperado con el cambio de liderazgo en el PSOE de Andalucía. El movimiento de Pedro Sánchez de situar a una de sus más cercanas y fieles colaboradoras desde que está en el Gobierno ha provocado un efecto directo en el PP regional que seguro que es indeseado: una inquietud indisimulada y, probablemente, infundada.
Era obvio que dentro del PSOE algo iba a cambiar, pues el objetivo era sacarlo del estado vegetativo en el que se mantenía bajo el liderazgo de Juan Espadas. Y la elección de María Jesús Montero buscaba una figura que concitase el consenso y movilizara a la organización. Pero lo cierto es que si algo se ha demostrado es que el PSOE es cualquier cosa menos una máquina engrasada.
Desde su elección sin primarias por inconcurrencia de rivales, proceso que culminará este fin de semana en un congreso en Armilla, lo cierto es que es en el PP y en el Gobierno de la Junta donde más se nota el cambio: sobreactúan respecto a Montero y demuestran un nerviosismo impropio de quien gobierna con mayoría absoluta y datos demoscópicos que no señalan un descontento masivo sino lo contrario.
Y no se entiende: porque Montero es una candidata a tiempo parcial y en apuros. La nueva secretaria general de los socialistas andaluces tiene que compaginar la hercúlea tarea orgánica de vivificar al partido mientras sigue siendo vicepresidenta primera y ministra de Hacienda, en un contexto político en el que las decisiones que debe tomar para que Sánchez siga en la Moncloa, apenas sin gobernar, perjudican a Andalucía.
Acaba de demostrarse con la polémica no resuelta sobre la obligación de tributar para los perceptores del Salario Mínimo Interprofesional, que ha generado un frente entre los socios de la coalición, porque Sumar defiende que, como hasta ahora, hay que igualarlo al mínimo exento en el IRPF. Andalucía es la región con más perceptores del SMI y será por eso la que tenga más perjudicados.
El PSOE andaluz ha dejado prácticamente sola a Montero y apenas ha salido a asistirla. Y aún queda por concretarse cuestiones en las que el agravio a los andaluces sería más palmario: el cupo catalán, por ejemplo.
Pero mientras Montero va comprobando cuán complicada es la tarea que se negó durante años a aceptar, el PP se muestra nervioso, sobreactúa e impide que se visualicen las contradicciones de la socialista.
Queda un año largo para votar en las autonómicas y el PSOE de Sánchez, si llega, acaricia la idea de hacerlas coincidir con votaciones a Cortes Generales. Demasiado tiempo para mostrarse tan inquieto e inseguro como aparenta el PP.