Ni que El Algarrobico fuera la Alhambra

Sevilla

¿Se acuerdan ustedes de esa frase de Santo Tomás de “si no lo veo, no lo creo”. Bueno, pues yo con lo del anuncio del Gobierno de España de que va a expropiar el hotel almeriense de El Algarrobico para poder demolerlo estoy como el apóstol: que hasta que no vea una de esas máquinas que usan las empresas de derribos, me voy a creer muy poco de lo que pase por allí.

Miren, es tan difícil deshacer el embrollo jurídico que rodea a este mamotreto de 20 plantas ubicado en Carboneras que parece que se nos hubiera ocurrido demoler el Palacio de la Alhambra. De hecho, y en vista de lo visto, no sé yo qué costaría más.

El Algarrobico es un símbolo de que todo lo que puede salir mal, sale peor. Con el paso de los años, se entiende horrible que a alguien se le ocurriera que era una buena idea levantar semejante mole en pleno parque natural de Cabo de Gata-Níjar. Pero también se nos puede ocurrir que es un ataque a la seguridad jurídica que le den una licencia a una empresa, que ésta se gaste cientos de millones y que luego le digan que ha tirado el dinero porque allí no se puede edificar un hotel.

El desaguisado es nivel top. Llevamos casi 20 años con un edificio fantasma en un parque natural y trece años con la Junta y con el Gobierno de España anunciando una y otra vez la demolición del hotel. ¿Para cuándo se tirará abajo? Por mucho que lo sintamos, eso no lo puede vaticinar ni Nostradamus resucitado. Qué desastre.