Andalucía en modo electoral
El Gobierno y el PP harían bien en no dormirse en los laureles demoscópicos
Alberto Grimaldi analiza la situación política de Andalucía tras la llegada de María Jesús Montero al PSOE-A
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Sevilla
Puede parecer que falta aún bastante tiempo: casi año y medio si el presidente Juanma Moreno no usa su prerrogativa para disolver el Parlamento autonómico y adelantar las próximas elecciones andaluzas. Pero lo cierto es que Andalucía se ha puesto desde el inicio de este año 2025 en modo electoral.
Hay más factores que el mero temporal: en junio de 2026 se agotaría la presente legislatura, la primera con mayoría absoluta para el PP. Sin duda, el principal es el cambio de liderazgo que ha ejecutado el PSOE, con la designación por Pedro Sánchez de María Jesús Montero como nueva secretaria regional socialista y la consiguiente defenestración de Juan Espadas.
Montero de inmediato se ha puesto a trabajar: tiene mucha tarea por delante porque no hay apenas vida orgánica y muchas casas del pueblo están casi sin actividad. Las múltiples responsabilidades de la también vicepresidenta primera del Gobierno y ministra de Hacienda harán que los fines de semana de los próximos 18 meses –salvo que ese plazo lo acorte un adelanto electoral– se parezcan mucho al último.
Esto es, también Moreno se ha tenido que reactivar políticamente y ya no le bastará con la mera actividad institucional. Empieza la temporada de mítines.
Otro indicador es la sobreactuación sindical, maximizando los problemas como si los servicios públicos estuvieran al borde del colapso: no lo están. Es más algunos de los problemas son heredados. Y eso no es ningún descargo para el PP, que ya ha tenido tiempo de acometer una gestión más eficiente en el SAS o en la tramitación de la dependencia, por citar dos de total actualidad.
El Gobierno de la Junta y el partido que lo sostiene, el PP, bien harían en no dormirse en los laureles demoscópicos: ninguna encuesta cuestiona hoy por hoy su hegemonía, pero en política nada está hecho. Moreno tiene que consolidar los miles de votos prestados que obtuvo en 2022 como el mejor garante para que Andalucía no estuviera gobernado por fuerzas extremas, ni de la derecha ni de la izquierda. Y eso exige acierto en la gestión y escucha permanente a la sociedad andaluza.