Estatuaria

Córdoba

La reciente inauguración de una pieza escultórica homenaje al 4D realizada por el escultor José Manuel Belmonte en las Tendillas, me sirve para reflexionar sobre la gestión de la estatuaria en la ciudad.

No evalúo el acierto en el lenguaje escultórico o la factura de la pieza, tampoco entraré en si es apropiado contratar directamente a un escultor para realizarla, ni si es acertado encargarle esta tarea a un escultor que ya tiene otras ocho obras en la ciudad. Me centraré exclusivamente en el procedimiento que se sigue para tomar este tipo de decisiones: sobre si es necesario un homenaje o recuerdo a tal o cual cosa, a quién se le encarga la obra y dónde se ubicará la escultura.

Considero que este asunto es de tal importancia que no debería dejarse al arbitrio del político o responsable del área en turno. La decisión sobre dónde y cómo debe emplazarse una escultura forma parte de la gestión de la estatuaria en la ciudad y por tanto, debería estar sujeto a un procedimiento.

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La selección y emplazamiento de obras de arte es un proceso cada vez más riguroso en muchas ciudades, donde existen comités de arte público que se encargan de seleccionar y ubicar obras en espacios urbanos, buscando que las obras enriquezcan la vida cultural de la ciudad y generen un sentido de comunidad.

Son elementos comunes en estos procedimientos:

Criterios estéticos y conceptuales: Se evalúa la calidad artística de las obras y su capacidad para generar un impacto positivo en el espacio público.

Contexto urbano: Se considera la relación entre la obra y el entorno urbano, así como su capacidad para enriquecer el paisaje urbano.

Y si se quiere redondear el procedimiento, dar cabida a la participación ciudadana en cierta medida: buscando involucrar a la comunidad en el proceso de selección y ubicación de las obras.

Si algo de esto se está haciendo, no nos hemos enterado. Creo que es hora de abordar el asunto seriamente y dejar a atrás la discrecionalidad.