Testimonio de superación en la lucha contra la Violencia de Género: "Su condena supuso mi libertad y la de mis hijos"

Granada

María fue víctima de violencia de género. Tuvo no sólo la valentía de denunciar sino de volver a coger las riendas de su vida y la de sus hijos que también sufrían, como ella, el maltrato de su progenitor. Sabía que no era una decisión fácil de tomar pero tenía claro que "un basta ya" sería suficiente para dejar de recibir golpes aunque esta decisión le obligara a dejar su trabajo, su tierra y empezar de nuevo.

En este 25 de noviembre, María, una víctima de violencia de género, comparte su historia, destacando la importancia del apoyo social. "Hoy me doy cuenta de que no estamos solas, que la sociedad nos apoya", afirma. Ser víctima de violencia de género implica enfrentar el cuestionamiento social de las denuncias y testimonios, lo que hace que muchas mujeres se sientan aisladas, argumenta María.

La visibilidad de la violencia de género es crucial. "Ves a la gente salir a la calle para hacer visible lo que vivimos las víctimas y para erradicar la violencia que nos atraviesa", comenta. Decidir contar su historia fue un paso valiente, posible solo después de haber salido de la situación de abuso. "Cuando estaba dentro, no hablaba mucho del tema por el dolor y el miedo a que mi agresor me escuchara", explica.

La estructura social actual no siempre favorece la denuncia. Solo entre el 20% y el 25% de las víctimas denuncian, debido a temores sobre el futuro, la seguridad económica y el bienestar de sus hijos. "La pregunta es si la sociedad está preparada para que una mujer víctima pueda denunciar", reflexiona.

María pone sobre la mesa los continuos desafíos a los que se enfrentan las víctimas: reconocer la violencia, superar el miedo al juicio social y legal, y encontrar recursos para rehacer sus vidas. "Necesitamos recursos efectivos que nos faciliten el camino para llegar hasta el final", subraya.

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Esta sobreviviente, comparte su experiencia de recuperación en el programa "Hoy por Hoy Granada". "Denuncié en 2009 y, tras un juicio, mi agresor fue condenado a 14 años de prisión. Esa condena supuso mi libertad y la de mis hijos", relata.

Gracias a programas de inserción laboral, ha logrado reconstruir su vida y la de sus hijos. "Ahora soy la dueña de mi vida, soy feliz y libre", concluye, agradecida por los recursos que encontró en su camino.

Este testimonio resalta la necesidad de apoyo y recursos para las víctimas de violencia de género, y la importancia de una sociedad que respalde y facilite la denuncia y recuperación. Ahora María ayuda y da aliento a otras mujeres que, como le ocurrió a ella, se encuentran en pleno proceso de recuperación de su libertad y de su vida.