José Carlos Valverde habla del «Gran Hermano educativo»
«No es sano estar a disposición 24/7 de un sistema educativo que esclaviza a los padres porque, obviamente, la sensibilidad de la información sobre nuestros hijos y su futuro, nos atemoriza a todos»
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La opinión de José Carlos Valverde
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Morón de la Frontera
En los últimos años, el sector educativo, al menos desde mi perspectiva empírica como padre, ya que soy padre de una menor, e hijo de esta generación digital a la que yo llamo el gran hermano escolar, se han convertido en un auténtico infierno.
Hace una década ya empezaba a escuchar aquello de que WhatsApp era un polvorín sin descanso de padres y madres intentando hacer ver que sus criterios de orden eran mejor que el de los demás. Y así nacía una espiral interminable y agotable de propuestas que desgastaban la desconexión hasta la extenuación y el desespero.
Y no solo continúa así, sino que además a esto se le ha sumado la magistral idea de adaptar la tecnología en formato app que dicen, o nos dicen, es vital para entender que el camino educativo de tu hijo está en buenas manos y por los senderos de la educación perfecta. Cosa que a mí me ha provocado una cantidad de reflexiones más cercanas a lo absurdo que a la razón. Pedimos a nuestros hijos que dejen los dispositivos, pero vivimos bajo un sistema que exige que todo pase por ellos. ¿Cómo enseñarles a desconectar si ni nosotros sabemos cómo hacerlo?
No me imagino cómo los ingenieros, médicos, arquitectos, y personal cualificado, consiguieron acabar sus carreras sin que a sus padres los masacraran, eso sí en género epistolar, cada dos horas con todo tipo de información.
Y fíjense, ni creo que los de antes sean mejores profesionales que los de ahora, ni los padres de ahora sean más responsables que los de antes.
Pero en un contexto como el actual, donde todo está tan terriblemente conectado y sin espacio a la desconexión es prácticamente imposible ejercer tus libertades.
Si las normativas regulan el uso de vestuario, horarios, cuestiones de índole interna en centros, etc. Por qué no se acotan, o gestionan los tramos para recibir la información.
No es sano estar a disposición 24/7 de un sistema educativo que esclaviza a los padres porque, obviamente, la sensibilidad de la información sobre nuestros hijos y su futuro, nos atemoriza a todos.
El agotamiento no solo viene del deber escolar, sino del deber de estar siempre disponibles. No podemos educar sobre el equilibrio si no sabemos imponerlo en nuestras propias vidas. Por eso la desconexión, es el último acto de rebeldía que le queda a la educación.