«Ya está bien, alcalde». La columna de José Carlos Valverde

Morón de la Frontera

Esta vez dimos en el palo. Valga el argot futbolístico. La bestial e histórica subida de impuestos se ha parado. Al menos de momento. Porque uno ya no sabe si lo que viene es mejor, o peor. Cuando las cartas se han levantado y se han visto las intenciones ya sabemos a qué desenlace atenernos. Al menos bueno, no es. Porque igual que promulgan desde el consistorio que se ha hecho todo lo posible y que nunca se había llevado a cabo una subida de este tipo, y que no quedaba otra, tampoco es menos cierto que jamás se han bajado los impuestos. Nunca.

Yo voy a recordaros allá por marzo, este que aquí redacta lo anunciaba en una columna que paradójicamente llamé así: “van a subirnos los impuestos”. Y di en el clavo. Miedo me da, no por el factor futurista, porque para adivinarlo bastaba con no cargarse, ni mearse encima. Nada más. Sino porque como siempre, desde que tengo uso de razón, en política la culpa es del otro. Para largarse simplemente hace falta un culpable. Son capaces de argumentar que este que aquí redacta es el que quería vaciar los bolsillos del contribuyente. Vete a saber.

No os digo que disfrutéis lo votado, porque cuando el gobernante ejerce el mandato lo hace sobre el votante, o fan, y el no votante, aunque a veces creo que se les olvida. A todos, dicho sea de paso.

Pero esta es una de las razones por las que estaría bien que nos tomáramos en serio el asunto, porque lo es. No es cuestión de siglas, es una cuestión de dignidad. Morón está al borde de la intervención por una gestión nefasta e irresponsable. Simplemente. Y no, la culpa no es de la oposición por no dar luz verde al saqueo del ciudadano, ni mucho menos es justo que el ciudadano asuma de su bolsillo las miserables gestiones. Ni siquiera lo es de de las no sé cuántas legislaturas anteriores, porque en más de una década yo creo que ha habido tiempo de gestionar un plan, no de subida de impuestos, más bien de ahorro. Idea, que por cierto, en ningún momento, el pasado lunes, nuestro alcalde comentó en el pleno extraordinario.

Me gustaría hacer más extensa esta columna pero mi tiempo, como el de todos en las ondas, es limitado.

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¿La solución? No lo sé, pero lo que sí tengo claro es que de existir, esta pasa por no volver a darle un solo atisbo de confianza. Ya está bien, alcalde. No nos asfixie más. Sea responsable, y márchese.