'Sueños y pan', del cordobés Luis (Soto) Muñoz, en el Festival de San Sebastián

Córdoba

Hoy inicia la 72 edición del Festival de San Sebastián, en la que se darán cita algunos de los nombres más relevantes del arte cinematográfico internacional. Cate Blanchet, Pedro Almodóvar y Javier Bardem recibirán Premios Donostia, y en las diferentes secciones del certamen se proyectarán los mejores títulos recientes, presentados por sus creadores e intérpretes. Por ello, supone una especial alegría que la sección “Made in Spain”, integrada por las películas más destacadas del cine español del año, haya seleccionado “Sueños y pan”, primer largometraje dirigido por el realizador cordobés Luis Muñoz Cubillo, alias “Soto”.

No es de extrañar que esta cinta haya sido escogida, porque su calidad ya había destacado en todos los festivales en los que se ha presentado, como el Atlántida Mallorca Film Fest, (donde obtuvo el Premio DAMA Agustí Villaronga a la mejor película); el D'A, Barcelona Film Festival (Premio Open ECAM); el Festival de Cine Europeo de Sevilla; o el Rizoma de Madrid, entre otros.

El joven director, nacido en Baena en el año 2000, desarrolló este proyecto entre enero de 2020 y junio de 2021, información que nos da la película al comienzo. Después ha codirigido “Los restos del pasar” junto a Alfredo Picazo, seleccionada en Cannes Docs del Marché du Film del Festival de Cannes y estrenada en el FICX Festival Internacional de Cine de Gijón, donde obtuvo el Premio Fipresci a Mejor Película de la sección Tierres en trance, premio AMAE al mejor montaje de película española y mención especial a mejor película española. Además, participó en Documenta Madrid 2024, donde ganó la Mención Especial del jurado. Actualmente, está inmerso en un nuevo largometraje, “El Quijote según Juan Trujillo”, seleccionado en varios laboratorios de talento. Sin duda, un palmarés que invita a fijar la atención en estas obras y, sobre todo, a no perder de vista la trayectoria de este creador.

Volviendo a la película programada por el certamen donostiarra, “Sueños y pan”, nos informa al inicio que ha sido realizada por un grupo de amigos, en sus ratos libres, entre otros trabajos y ocupaciones. A continuación, sobre un cielo de nubes, una cita de “El oficio de vivir”, de Cesare Pavese: “Vivir en un ambiente es bonito cuando el alma está en otra parte. En la ciudad, cuando se sueña en el campo; en el campo, cuando se sueña en la ciudad. En todas partes cuando se sueña con el mar”. Y pasamos a contemplar un veloz travelling, que se alterna con imágenes fijas como telón de fondo para los créditos. Toda una interacción entre quietud y movimiento, que anticipa las vidas de los protagonistas. Un comienzo que el jurado del Atlántida Film Fest destacó como “cinco minutos que formarán parte del patrimonio cinematográfico nacional”. Ahí es nada.

Sinopsis

Asistimos al deambular de dos chicos que intentan vender un cuadro robado para salir de su situación económica, dedicarse a lo que anhelan y ayudar también a otra amiga con la que conviven y al hijito de esta. Unos personajes que vagan sin demasiadas opciones en sus elecciones y con pocos medios para poder evitar sus propios naufragios. Recorridos por un Madrid en hermoso blanco y negro que muestran arquitecturas de diseño vanguardista, zonas castizas, sofisticadas galerías de arte, letreros publicitarios como los que le gustaba registrar a Patino o descampados de la periferia a que se ven arrojados dichos personajes.

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Un hermoso relato de las desgarradas realidades que acontecen en la ciudad contemporánea, heredero -como confiesa el director- de “Los olvidados”, de Buñuel y de “Los golfos”, de Saura. Pero también poseedor de la lucidez poética de Chris Marker y de Bresson entre otros. Porque en “Sueños y pan” detectamos mucho poso de buen cine, referencias para quien quiera verlas, pero todo en un tono de enorme frescura, sinceridad y, desde luego, alejado de pretenciosidad, amén de un ejemplo de cómo sacar adelante magistralmente un proyecto con medios modestos, pero con pasión y talento.

La película muestra una juventud que vive precariamente, y se pregunta si hay esperanza para esta generación; constata cómo las condiciones económicas y sociales determinan, transforman o destruyen el modo de vida de quienes habitamos las ciudades. Detectamos en los rostros de los protagonistas aquello que escribía Pablo García Casado: “no es un ambiguo sentimiento de angustia, es dinero”, porque su ausencia llega a deformar los sueños.

Frente a ese fondo dolorosamente real, hay una hermosa relación de amistad y unos personajes con los que empatizamos, reímos y nos emocionamos. Y el objetivo de una cámara que articula lo que vemos y que acaba elevándose hacia las nubes de un cielo que deseamos cambie y se despeje para los protagonistas y para nosotros mismos, y “vengan tiempos mejores”.