Lola Fernández da la bienvenida al verano

Morón de la Frontera

Escribía el poeta sevillano Rafael Montesinos que “Las mañanas eran claras porque mi vida lo era, no porque fueran mañanas” una gran verdad, la luz la sentimos porque nos enciende todo, la claridad la llevamos por dentro si realmente así lo sentimos.

Escribiendo este comentario me he dado cuenta de lo necesaria que es la luz en nuestro interior, la luz que llevamos desde pequeños, haciéndonos seres de luz, porque en nuestra infancia todo era luminoso, aunque hubiera días nublados o noches aterradoras. Infancia, tiempo y luz en las mañanas claras de nuestras vidas.

Y si algo atrae esa luz es la próxima estación del año, el verano, donde la dueña de ella es una oronda estrella lumínica que irradia el calor suficiente para abotagarnos y dejarnos en la clase mas infinita del letargo veraniego, el tiempo de fragor, estruendo lumínico que atrapa a la persona y la deja suelta en un desierto de asfalto a más de cuarenta grados a la sombra.

El verano, esperada estación para muchos, donde ven acercarse las deseadas vacaciones de los curritos, las suyas y las nuestras, para aquellos afortunados que tenemos trabajo, es el tiempo de descanso para el cuerpo, el tiempo holgado para los que hacen un alto en su cotidianidad de vida, es el tiempo de abrir las sandias que devoras como refrescos que da la tierra.

El verano es llenar de voces infantiles las calles, las piscinas y las playas y demostrar que tu castillo de arena es más grande y desafía mejor las olas del mar, es buscar conchas y juntarlas haciendo mosaicos que perdurarán lo que perdura un suspiro en la noche, por la mañana serán pizarras nuevas donde escribir otro día más tu verano.

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El verano es quitarse las capas de cebolla de un frio invierno y sacar las fresquitas telas que hacen lucir tu piel de blanca porcelana en los primeros días del estival tiempo, pasando a ser un dorado color avellana cuando se van acortando los días y es el tiempo para no tener complejos y desafiar las normas correctas del estilismo, es como un alivio vistoso del inconformismo.

Y así, ese tiempo lo vivimos en mi casa y ustedes lo ven todos los días cuando les cuenta las noticias. El verano son las camisas floreadas del que dirige este informativo, porque para él encontrar la felicidad en lo sencillo puede resultar fácil, pero hacerlo en lo difícil es lo absolutamente extraordinario y aquí se supera. Se hará mayor y no sé si seguirá coleccionando camisas clasificadas y usando su rebeldía veraniega a la hora de vestirlas, lo que sí tengo claro es de su autenticidad a la hora de llevarlas.

No bajó el escalón de lo establecido y quienes le pudieran afear sus gustos ahora comparten estridencias, por eso ser fiel a tus ideas es el mayor tesoro. Porque lo verdaderamente importante está al margen de lo inventado y si algo tiene valor son los afectos los que recibes por ser tú y no por lo que lleves puesto.

Bienvenido verano.