El Paso Cambiado de Julián Granado trata sobre la «Envidia»
«Este descontento social está dictado por la más pura e insana de las envidias, lo sé. Pero, a más de un defecto muy español, la envidia es la versión hispana de la lucha de clases»
El Paso Cambiado de Julián Granado
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Morón de la Frontera
A decir de los que la visitaron en el siglo pasado, la Unión Soviética era el paraíso de la pobreza. Concretamente, de una digna pobreza, en virtud de la cual todo el mundo era igual y equitativamente pobre. Y esa es una de las diferencias que la vieja Rusia, con Putin o sin él, mantuvo siempre con nosotros sus vecinos de Occidente, dado que aquí en Europa todos nos consideramos naturalmente desiguales. La desigualdad no solo es una condición que forma parte de nuestra genética cultural, sino que además estamos muy contentos con ella.
A la par que insatisfechos y frustrados por su causa. Algo bien extraño, sí. Pero lo cierto es que mi vecino de abajo no me soporta. Estudiamos él y yo en el mismo colegio, pero yo cursé una carrera universitaria con la que me gano la vida, mientras que él malvive a costa del subsidio de desempleo para mayores de cincuenta y cinco. Y yo mismo tampoco aguanto al vecino de arriba, más torpe que un guardagujas y flojo como él solo, pero que disfruta en el banco de una cuanta con muchos más ceros que la mía. Gracias a la herencia legada por su padre, en metálico, pisos y tierras.
Este descontento social está dictado por la más pura e insana de las envidias, lo sé. Pero, a más de un defecto muy español, la envidia es la versión hispana de la lucha de clases. Y no me sean ustedes como María Jiménez, que “no entendía esas cosas de las clases sociales”. Diferencias de clase son las que al cliente de pasta y apellido le conferían derecho de pernada sobre la carne de tablao. Y cuando de todo ello resultaba la chica embarazada, si te he visto no me acuerdo, muchacha. Donde quiera que estés ahora, ¿lo vas entendiendo ya, María Jiménez?