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José Carlos Valverde opina que «Ya nadie se equivoca»

«Uno debe, es más, tiene la obligatoriedad para consigo, y los demás, de aceptar la opinión ajena. Y sobre todo, y más importante, ser más crítico, y reflexivo, con las suyas»

La opinión de José Carlos Valverde

La opinión de José Carlos Valverde

La columna de José Carlos Valverde

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Morón de la Frontera

Hace unos días compartía una charla con un amigo sobre la polarización y radicalización de la sociedad. Y lo poderoso que puede significar el miedo, cuando se convierte en un arma terrible de censura, a la hora de dar tu opinión en un espacio ajeno a ti.

Es impresionante como, y lo digo por mi propia experiencia, de la noche a la mañana cuando das una opinión pasas de héroe a traidor. Sinceramente me costó lágrimas, y lo digo literalmente, enfrentarme a los innumerables escarnios y linchamientos por parte de la parte de la prensa con el único afán de silenciarme.

A estas alturas no sé si habrá merecido la pena, pero una cosa tengo bastante clara. Dudo mucho que alguien pueda defender más que yo, y una de forma más radical, la libertad de expresión. Si yo tuviera que renunciar a todos mis derechos salvo uno, me quedaría con la libertad de expresión, porque mediante ella podría recuperar todas los demás.
Del mismo modo que soy crítico conmigo mismo porque la base de cualquier reflexión, o aprendizaje reside en la duda. La filosofía es dudar.

Y digo esto porque cuando echo la vista atrás me doy cuenta de que hay textos, columnas, opiniones, mías con las que no comulgo en absoluto. Y no pretendo lanzar una alegato moral, ni buenista. Pero es asfixiante y supremacista el momento actual.

Nadie se equivoca, nadie rectifica. Es increíble cómo la capacidad crítica, o de autocrítica se ha evaporado. Mi equipo, mi opinión, mi partido político, mis ideas. Siempre oteando la perfección… Es como si uno estuviera predestinado de por vida a no evolucionar, o lo que es peor, a no rectificar. Anteponer las pasiones a la razón es a todas luces un error.

Si mi partido político miente, es que también mintieron los anteriores. Si mi equipo es favorecido por un error arbitral, obviamente es que antes ya había ocurrido a favor de sus rivales. Si he cometido un error, qué diablos voy a disculparme, es mejor argumentar que otros ya lo hicieron peor…

Uno debe, es más, tiene la obligatoriedad para consigo, y los demás, de aceptar la opinión ajena. Y sobre todo, y más importante, ser más crítico, y reflexivo, con las suyas.

Siempre argumento lo mismo: Cuando un líder político miente y hace justo todo lo contrario a lo que dictó su programa electoral… ¿qué demonios votaron entonces sus votantes si hoy no se lanzan a pedir explicaciones del engaño y viven silenciados?

Ya lo describía Popper más resumido, y mucho mejor que yo:

Debo enseñarme a mí mismo a desconfiar de ese peligroso sentimiento o convencimiento intuitivo de que soy yo quien tiene razón. Debo desconfiar de ese sentimiento por poderoso que pueda ser. De hecho, cuanto más poderoso sea, más debo recelar de él, porque cuanto más poderoso sea, mayor será el peligro de que pueda engañarme a mí mismo; y con ello, el peligro de que pueda convertirme en un fanático intolerante.

 
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