El lenguaje nunca es inocente
Firma de Opinión de la periodista Lola Jiménez
El lenguaje nunca es inocente. Lola Jiménez
01:40
Compartir
El código iframe se ha copiado en el portapapeles
Hasta hace unos días, yo desconocía el significado de la palabra pollera. El contexto me hacía pensar que era algo así como el ala protectora con la que cualquier ave defiende a sus crías. Pero el diccionario me trasladó a la casilla de salida del macabro juego de la caverna.
Pollera ni siquiera hace alusión al bellísimo instinto protector de una madre, sino que se centra en ese elemento textil con el que las mujeres de otras épocas estaban obligadas a vestir, la falda, y que hoy, gracias al empuje de las políticas de igualdad de gobiernos progresistas, es una elección como otra cualquiera.
Me entristece que una palabra que en el sur de América es usada de manera familiar, sin agravio, hoy en España se haya convertido en un término non grato, poniendo letra a uno de los tangos más tristes entre dos pueblos que se aman.
La forma de hablar nos retrata como personas y como sociedad. El lenguaje, lo que se dice y lo que no se dice, nos marca en qué kilómetro del camino estamos.
Pondré un ejemplo muy local y muy de redes. Solo dos políticos de Córdoba se atreven a definirse en sus perfiles de Instagram como padres antes que cualquier otra cosa. José Antonio Romero se define como el papá de Natalia y José Antonio, y José María Bellido como el padre de Alejandra y Martina. Ni una sola mujer se define de tal forma, y ¿sabéis por qué? Porque las mujeres tenemos que seguir defendiendo y demostrando que somos mucho más que las portadoras de una pollera.