Julián Granado trae su Paso Cambiado sobre Eurovisión

Morón de la Frontera

Anda el colegio revolucionado desde que un hijo de inmigrantes, el niño Mohamed, le escupió a la cara al niño Israel. Por toda respuesta, este le atizó con la maceta que más a mano tenía, fracturándole el cráneo. Y desde entonces el niño Mohamed se debatía en el hospital entre la vida y la muerte. Al día siguiente, en clase de latín, sus compañeros inmigrantes exhibieron una pancarta que, parafraseando a Cicerón, decía así: “¿Hasta cuándo abusará de nuestra paciencia el matón de Israel?”. El insultante cartel fue, por supuesto, inmediatamente retirado.

Pero, comoquiera que la familia de Mohamed había exigido que el niño Israel fuese expulsado del centro, el director del mismo hubo de convocar una reunión de padres. En la que el de Israel, a la sazón cacique del pueblo, y que quitaba y ponía alcaldes, declaró que su hijo respondió a la agresión de la manera que había aprendido a hacerlo en las clases de defensa personal que le pagaba. Y que si Israel era expulsado tan solo un día, él retiraría la subvención mensual para el sostenimiento del colegio. A ver cómo se las apañaban entonces…

El director se echó a temblar ante la amenaza, jurando lealtad absoluta al cacique, y prometiéndole obediencia en todo. Pero declaró que se habían recibido anónimos en la dirección, se supone que de grupos inmigrantes, amenazando con sabotear las instalaciones del colegio. El padre de Israel se echó a reír, advirtiendo a la familia de Mohamed de que tuviera cuidado con infringir la ley. Y prometió enviar hombres armados a vigilar por las noches, que dispararían contra los saboteadores antes de preguntar. Ofrecimiento que le fue agradecido por el director. El cual, ya del todo tranquilizado en sus temores por el futuro del colegio, dio por finalizada la reunión de padres.