Julián Granado habla de «Dos Españas» en su Paso Cambiado de hoy
«Estoy machadianamente convencido de que en España siguen existiendo dos Españas enfrentadas, y nunca en igualdad de condiciones»
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El «Paso Cambiado» de Julián Granado
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Morón de la Frontera
Estoy machadianamente convencido de que en España siguen existiendo dos Españas enfrentadas, y nunca en igualdad de condiciones. Siempre, una España agresora y otra agredida. Una que emplea la cabeza para embestir, y otra, la embestida, que la usa para pensar, a veces en cómo llegar a fin de mes. Pero, mientras que la España que sufre, tolera y piensa es siempre la misma, la España feroz, esa va cambiando de apariencia. Hace pocos años, la España agresiva se vio representada por una parte de ella: la oscura burguesía catalana, cuyos trolls independentistas, envueltos en la Estelada, tomaron las calles, emulando una Semana Trágica que les venía ancha.
La España pacífica hubo de soportar pacientemente aquella tempestad del Procés hasta que amainó. Dejando tras de sí un cisma territorial que el gallego de turno pretendió sofocar por lo policial. Mientras el primer presidente democráticamente elegido al frente de una coalición de izquierdas se propuso hacerlo negociadamente. Y eso provocó la protesta incendiaria de otros CDR (iniciales en este caso de “casposa derecha reaccionaria”), que envueltos en la enseña nacional, se lanzaron a apedrear sedes del Partido Socialista. Para que, amedrentado, renunciara a formar el único gobierno posible, legítimamente salido de las urnas. Al Presidente Sánchez han estado acosándolo, con ese pretexto u otro, desde el minuto uno y hasta límites personales y familiares difíciles de concebir.
Como la pretensión de empapelar judicialmente a su esposa con recortes de prensa amarilla. Sacando a relucir la flaqueza no ya ideológica ni política, sino sencillamente humana del estadista. Que, después de coger cuatro días de aire, como buen corredor de fondo, ha salido a la palestra para decir que la democracia necesita de constructores, no de salvadores. Lo que tiene que entender el hemisferio ultraderecho de España (ese al que hay que hablarle en parábolas) es algo bien sencillo: que la democracia es una carretera amazónica, sin otro peaje, por estas latitudes, que el debido al capitalismo de mercado y a la legalidad constitucional. Cualquier paso, más allá del asfalto, nos aboca a la selva. Y en la selva, Españas hay muchas más que dos. Tantas como millones de españoles, cada uno dispuesto a defender sus “ideas” con algo más que palabras.
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