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Escucha «Una de Cal y otra de Vizcaína», de Marcos Martínez

«Miré hacia abajo y no sería capaz de distinguir qué zapatos serían de unos y de otros. Eso sí: las botas de los que ejecutan sí que son fáciles de reconocer»

Marcos Martínez / Radio Morón

La vizcaína de Marcos Martínez

03:11

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Morón de la Frontera

Hace unas semanas, tuve la suerte de viajar a Budapest. Una ciudad hermosa, con muchos años de historia sobre sus espaldas, y con el Danubio, que lejos de dividir, unió a dos ciudades para formar la que es la capital húngara. Es a pie de este río donde se encuentra una visita curiosa y muy conocida. Se trata de una escultura formada por muchos zapatos, colocados al borde del río. Podría tratarse perfectamente de un homenaje a la belleza, pues desde esa posición, metido en mis zapatos, disfruté del atardecer en el Danubio. Pero no.

Las figuras allí colocadas tienen que ver con el recuerdo a los judíos asesinados por los nazis. Fue allí donde descalzaban a sus víctimas. Los zapatos después los revendían. Ya se sabe que los buitres lo aprovechan todo. Una vez descalzos, formaban una fila con unos atados a otros. Disparaban al primero y al último, que al caer arrastraban al que tenían a su lado, formando un macabro dominó, que acababa con los asesinados ahogados o muertos por el frío de las aguas del Danubio.

Se trataba de economía: con dos balas mataban a muchos. El lugar sobrecoge, como todos esos lugares en que se sabe que la vileza y la crueldad humana han estado presentes. En algunos zapatos había un pequeño ramillete de flores. En otros, a las flores las acompañaba una nota manuscrita en hebreo. Desconozco el significado de lo que allí ponía, pero alguna tenía pintada el símbolo universal de la paloma de la paz.

Me quedé un buen rato sentado en un banco junto a los zapatos, en silencio. No pude evitar pensar en el genocidio actual al que están sometiendo a los palestinos. No medité si el genocidio cometido por los nazis es o no comparable al que cometen ahora los judíos; me niego a entrar en el absurdo debate. Un genocidio es lo que es, y venga de donde venga. Pensé que los zapatos que había allí eran de diversos tamaños. Que los que allí murieron eran tan variados como los que mueren hoy en la Franja de Gaza.

Imaginé una fila para ser ejecutada. Donde estuvieran atados, alternadamente, un judío y un palestino. Miré hacia abajo y no sería capaz de distinguir qué zapatos serían de unos y de otros. Eso sí: las botas de los que ejecutan sí que son fáciles de reconocer.

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