Ocio y cultura

La larga vida de 'La balada perdida'

La compañía teatral gaditana Carrusel revive sus recuerdos en el documento dirigido por Lolo Ruiz

Carátula del documental 'La balada perdida' / Cadena SER

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Cádiz

El documental 'La balada perdida' comienza con un vídeo lleno de interferencias. Es una cinta antigua, probablemente un VHS gastado por el tiempo, en el que se ve a unos actores profusamente maquillados interpretando. Es una escena que se corta abruptamente, que se interrumpe entre golpes de sonido y chispas de colores. Como si esos recuerdos que devuelve regresaran a la memoria saltando obstáculos. En esa metáfora que representan estas imágenes entrecortadas arranca una película que habla de un Cádiz pasado, de una compañía teatral que fue pionera y emblema, de una época de libertad y creatividad inconscientes, pero, sobre todo, de unas personas cuyas vidas quedaron profundamente afectadas por formar parte ese proyecto tan apasionante como fue Carrusel.

La mecha que enciende esta película es una muerte. La de Jesús Morillo, una de las almas fundamentales de Carrusel, cuyo fallecimiento lleva a tres investigadores, Desirée Ortega (productora y guionista), Fernando Bonat (productor y guionista) y José Luis Gámez (actor de Carrusel y productor) a emprender la misión de recopilar con objetos y testimonios lo que significó aquella compañía teatral, que tuvo una enorme trascendencia en la escena española de los setenta y ochenta del siglo pasado. Ellos, con sus risas y aplausos siempre de fondo, acompañan a sus entrevistados en este viaje por el pasado de un momento cultural de gran altura. La fotografía es de Elisa Sánchez y la música de Juan Marchena. Dirige, edita y es guionista también Lolo Ruiz, en un eficaz trabajo audiovisual en el que vuelve a demostrar su capacidad para llevar a la pantalla historias con una gran sensibilidad como hizo en su premiado corto El del laurel.

En plena dictadura, un grupo de Cádiz empezó a realizar propuestas teatrales de forma independiente en un momento de palpitación cultural en todo el país. La imaginación y el talento burlaban la censura y la compañía gaditana empezó a destacar en algunos certámenes nacionales, de donde regresaban con premios. Su primer montaje con texto propio fue, precisamente, La balada perdida, que da título al documental. Carrusel acrecentó su prestigio cuando su camino se cruzó con el revolucionario Lindsay Kemp y sus miembros adoptaran esa línea de vanguardia y atrevimiento para llevar a escenarios de todo el país obras como La divina comedia o el mito de Medea.

Por el documental van pasando algunos de los que formaron parte de esa compañía o pueden dimensionar la intensidad de su éxito. Hablan de forma emocionante Alberto Petengui, Eduardo Bernal, May Vázquez, Manuel Morón, José Manuel Silva, Paco Dueñas, Juan Diego Fernández, Paco Leal, Ángel Dueñas, Enrique del Álamo, Luis Ben, Juan José Téllez, José María Bocanegra, Petra Martínez, Albert Boadella o Andrés Alcántara, entre otros. Sus testimonios componen un sensible relato sobre el surgimiento, éxito y declive de esta compañía que llegó a tener un peso importante en la escena española. Su espíritu transgresor e insolente chocó con una sociedad en plena transformación que los llamaba "maricones" y "guarras" por ir semidesnudos o directamente desnudos, que se escandalizaban por sus formas, pero que, al mismo tiempo, alimentaron también una atmósfera de creatividad y alta cultura desde la periferia, conformaron un estilo propio y dieron de beber a muchos sedientos de estímulos para dedicarse al arte.

Uno de los aspectos más eficaces del documental es, precisamente, el tramo final, que defiende que el espíritu de Carrusel está intrínseco en talentos actuales del teatro gaditano como José Troncoso y Ana López Segovia, que confieren a la película un aire de trascendencia y mirada al futuro muy interesante. Los dos, que triunfan ahora en la escena española, se autodefinen como aprendices de aquellos que hicieron posible Carrusel, de su atrevimiento, sus carnavalescas y libres maneras de abordar textos clásicos, y se sintieran hijos orgullosos de ese Cádiz excéntrico, rebelde e inconformista que hizo posible aquella compañía y que ahora sostiene sus carreras. Como si la vida de esta balada perdida fuera tan larga que parece infinita.

La vida de este documental, que inauguró el festival Alcances de 2022, sigue activa en la plataforma Filmin, donde ha recibido una gran aceptación.

Más allá de la reivindicación histórica sobre el peso de Carrusel, el documental cuenta una historia humana de personas a las que unió el teatro. También los separó. Porque este no es un relato ni edulcorado ni de final feliz. Habla de éxitos, de libertad, de talento, de juventud. Pero también del difícil viaje del teatro independiente al profesional, de egos, de duras jornadas de trabajo, de la parte a oscuras de las bambalinas, de las luces de candilejas que se apagan. De lo que fue y pudo ser. Es un relato emocionante porque lo cuentan sus protagonistas con las interferencias que da el tiempo. Como esas imágenes de vídeo que resisten a duras penas el paso de los años que abren y cierra esta película. Al final del documental, los protagonistas resumen con pocas palabras lo que supuso para ellos Carrusel. Embrujo. Fantasía, Generosidad. Belleza. Aprendizaje. Escuela... Hay lágrimas de nostalgia y amargor al final. "Es que son muchas cosas", justifica su llanto con emoción José María Bocanegra. No se puede terminar mejor una historia como esta.

Pedro Espinosa

Pedro Espinosa

En Radio Cádiz desde 2001. Director de contenidos de la veterana emisora gaditana. Autor del podcast...

 
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