Turismo versus vivienda

Córdoba

Vivimos en una tierra llena de belleza e historia. De sol, tradiciones y arte. De vida en la calle. Y eso nos ha convertido en un eje turístico de primer nivel. Las administraciones se afanan en mantener y ampliar esa veta de oro dedicando cada vez más recursos a un sector del que dependen hoteles, restaurantes, bares y comercios. Pero no tanto en el modelo de turismo que queremos recibir. Un turismo sostenible, y ahora se habla de la tasa turística, pero que además no distorsione el bienestar de sus habitantes.

Y entre los males de un turismo mal encaminado está el precio de la vivienda.

Los alquileres de los destinos turísticos andaluces, entre ellos los de buena parte de nuestras capitales, no dejan de subir. Las familias con ingresos medios cada vez tienen más difícil asumir este gasto. De los jóvenes ya ni hablamos. Existe el problema, pero no las soluciones a la llamada gentrificación.

Las posibles soluciones son muy variadas y depende de quién las proponga. Regular los alojamientos turísticos parece esencial. También está la posibilidad de limitar el mercado del alquiler, como hacen en otros países. Promover ayudas para el acceso a la vivienda y, por supuesto, la promoción de vivienda pública. Tanto en compra como en alquiler. ¿Hay algo más básico que el techo bajo el que vives? Pues a pesar de ello, no forma parte esencial de la agenda política de forma estable. Y perdemos energías en debates absurdos sobre cuestiones más o menos ideológicas, polémicas y con un impacto en nuestra vida insignificante.

Cuando miramos a otras comunidades, como Madrid, pensamos que aún tenemos remedio. Que en Andalucía aún estamos a tiempo de atajar este mal que distorsiona el precio de la vivienda y que está procurando un turismo que da riqueza pero también problemas a arreglar. Que no tengamos que mirar en un futuro el alquiler de un colchón en una terraza cerrada por 400 euros. La vivienda es un derecho recogido en la constitución. Y la constitución no es una carta a los reyes magos.

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