Escucha la columna de opinión de Andrés Recio

Morón de la Frontera

"Toda mi vida me perseguirá ya la visión de Ronda", reza como sentencia romántica una frase impresa sobre uno de los azulejos que te introducen en el casco histórico de la ciudad. Y los opuestos polos inmortales, los lejanos e imperecederos lazos, las sangres idénticas pero tamizadas por la avaricia, por las doctrinas y la barbarie se vuelven a entrelazar -una y otra vez- secretamente por las espaldas del tiempo y de los cultos, de las razas y de las lenguas, sellando con tinta de tus calles, de tus edificios y de tu gastronomía, el sagrado testamento de un único linaje posible que empapa las páginas de milenios de desencuentros, de cósmicas e inevitables mezclas, de deslumbrante e inequívoca belleza.

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