Otro tiempo, misma trinchera
Firma de Opinión de la periodista Lola Jiménez
Otro tiempo, misma trinchera. Lola Jiménez
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Córdoba
Hace unas semanas, Córdoba nos regalaba una de esas joyas de hoja perenne que se enredan por el cuerpo hasta llegar a la garganta, provocando esa rara avis in terris que es sentir el dolor ajeno como propio.
En una sala de la Filmoteca, con el cartel de completo, los hermanos Bernier nos presentaban un documental en el que narran el viaje físico y emocional de su tío abuelo Juan Bernier, como soldado en guerra.
Desde nuestras butacas emprendimos una ruta con infinitas dimensiones. Nombraré tres: las palabras, recogidas en el diario de un poeta al que envían a la guerra sin mayor explicación; las imágenes y la música, que nos colocan en el lugar de unos familiares que siguen sin encontrar explicación alguna, y una tercera dimensión nacida de las dos primeras, quizá la más dolorosa, la ausencia de contraste entre ese ayer y este hoy.
Aquel joven soldado es ya un prisionero que calla y duerme en plena suciedad; la de un cobertizo insalubre que le repugna, la de unos prejuicios malsanos que lo matan de mil maneras.
Y así seguimos, matando de mil maneras. Acosando libremente al diferente, maltratando por igual a las mujeres, y dejando morir fraternalmente a quienes, después de 85 años, siguen con la dignidad intacta y a la espera de una oficina de atención a las víctimas del franquismo que Córdoba aún no ha tenido tiempo de abrir.
Como bálsamo y nota de esperanza, quiero describir una de las escenas más bellas del documental: exterior/día/actualidad: plano aéreo de una trinchera, en su interior, un hombre desarmado lee.