Escucha aquí el «Paso Cambiado» de Julián Granado

Morón de la Frontera

La pasada noche acudí a cenar en compañía de un grupo de amigos de toda la vida. Surgió el inevitable tema catalán, que pasó a enredarse con el Sí o el No a la Amnistía, y esa vivencia de la integridad territorial que yo no sabía tan profunda, entre españoles de toda clase y pelaje. La discusión subió de tono, hasta hacernos mutar a los intelectuales de buena familia y mejor educación en macarras que opinaban a gritos, con la razón abducida por odios viscerales y purulentos. ¿Hacia quiénes? Hacia los políticos de la acera de enfrente, tomados como blancos de una furia magnicida. Pero no solo hacia ellos, sino también hacia cualquiera que se niegue a participar del público linchamiento. El caso es que al día siguiente de la accidentada cena, y de lo que irreparablemente se había roto en su transcurso, quedó liquidada una relación de amistad que yo creía inquebrantable. Dicen los poetas que poco hay tan imposible de rectificar como la palabra proferida. Pues, a diferencia de lo escrito, lo dicho no admite borrón.

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