Antonio Arias: "Nos encontramos a Morente en el bar Provincias y cambió el universo de Lagartija Nick"

Granada

"Nosotros estábamos muy bien en Sony pero un día apareció Enrique Morente y lo cambió todo", cuenta Antonio Arias (La Chana, Granada, 58 años). Explica con detalle que "Enrique había vuelto a vivir a Granada y un día nos encontramos en el bar Provincias", y en aquel encuentro surgió una chispa que desembocó en Omega (1996), un disco transgresor, que antes de pasar a la historia de la fusión del flamenco, Lorca y Cohen fue condenado, denostando y casi demonizado por la industria y por quienes entendieron que el disco supuso una profanación de un arte sacro.

Antonio Arias se adentra en los orígenes, en 091, en la química que surgió con Eric Jiménez cuando se encontraban en las Cuevas de Cristóbal, cada uno ensayando con su banda, que luego fue el germen de Lagartija Nick, la banda más internacional que ha dado Granada en cuatro décadas.

Antonio se proyecta ahora con vehemencia, anárquico y prolífico: rebusca en el legado de su hermano Jesús, en la banda sonora de ciudades en guerra en el poema sinfónico Los Cielos Cabizbajos; ha investigado al cineasta granadino Val del Omar; indagado en la relación de Dalí y Buñuel con Lorca, convirtiendo en música El Perro Andaluz, poemario surrealista del director de cine aragonés; y un sinfín de proyectos en marcha, todos con su sello personal.

"Yo me busco donde no me conozco", dice Arias para justificar tantos y tan diferentes proyectos, y asume la dificultad que sus seguidores encuentran para entender estos vaivenes, pero él añade convencido que "estoy muy a gusto porque hay un motor que todo lo empuja, que es la ilusión".

Antonio Arias es pasión, es creatividad, es intensidad; es Jesús Arias; es Lagartija Nick y Joe Strummer; y todo lo que la noche no puede contar. Es una barbería de barrio y una guitarra donde, sin saberlo, todo estaban comenzando